Según la definición de la Fundación para la Economía Circular, este modelo productivo consiste en “la producción de bienes y servicios reduciendo el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía”. Representa una alternativa más sostenible al modelo de economía lineal basado en la extracción, producción, consumo y eliminación.
En lo que se refiere a los puertos y a su actividad, se han identificado varias iniciativas que apuestan por la circularidad para gestionar los volúmenes que proceden de fuentes primarias no renovables, principalmente carburantes pero también otros materiales, y darles un segundo uso, en este caso, convertirlos en combustibles sin contaminantes.
“El convenio Marpol obliga a los barcos a dejar sus residuos en los puertos pero también obliga a los países a disponer de instalaciones portuarias receptoras de estos desechos. Su reciclaje se regula según normativas específicas, que en la Unión Europea son muy restrictivas y pioneras”, explica Ana Conesa, Marpol & Fuel Product Manager en Tradebe.
Reciclando combustible
A nivel español, la Ley de Puertos de 2010 incorporó la recogida de residuos de los barcos como un servicio básico portuario e introdujo una nueva tasa obligatoria para los buques que les daba el derecho de utilizar estos servicios de recogida de residuos de hidrocarburos, sólidos y desechos, sin límites de cantidad durante los primeros siete días de escala en un puerto y evitar vertidos en el mar.
“Desde un punto de vista medioambiental, fue un éxito rotundo, ya que las estadísticas de recogida de residuos aumentaron y propició que la Unión Europea adoptara el modelo español como un modelo a seguir, creando una ecotasa de aplicación europea para asegurar el reciclaje”, celebra Conesa.
Desde 1992, Tradebe es una de las compañías que se encarga de gestionar y transformar los residuos hidrocarburados (compuestos por un 80% de agua, un 20% de hidrocarburo y un 5% de lodo) de los barcos que atracan en el Port de Barcelona. Su actividad comenzó con la recogida de 3.000m3 anuales de residuos generados por los cruceros, volumen que ha incrementado hasta los 85.000 m3 actuales procedentes de todo tipo de embarcaciones. Estas cifras han permitido reducir las emisiones de CO2 en más de 60.000 toneladas métricas anuales.
Esta recogida se produce mediante dos embarcaciones y camiones cisterna que transportan estos residuos a la planta de tratamiento de Tradebe situada en las instalaciones del puerto. Allí, los residuos se separan en fases que se tratan por separado y se refinan, hasta obtener un combustible reciclado que contiene los parámetros del original para que pueda volver a consumirse.
“Avanzándonos a la normativa, en Tradebe Port de Barcelona hemos diseñado un proceso innovador del reciclaje del combustible marino. Somos una de las únicas plantas europeas que ha alcanzado este nivel de excelencia y nuestra planta fue la primera del sector en obtener una certificación ISCC en 2019, que garantiza la sostenibilidad del proceso y reduce al mínimo la huella de carbono”, comenta Conesa.
En este sentido, ejemplifica que incluso es posible reciclar el agua que contiene el residuo mediante tratamientos biológicos y fisicoquímicos que dan como resultado un agua limpia que contiene los mismos parámetros que el agua del mar.