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Cerrando el círculo: la economía circular en los puertos

En 1973 la Organización Marítima Internacional estableció el Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques (Marpol) con el objetivo de prevenir y reducir la contaminación ocasionada por las embarcaciones. Casi 50 años después, la sostenibilidad ambiental es la punta de lanza de la economía y muchos puertos han adoptado los principios de la economía circular para convertir los residuos hidrocarburados y otros materiales con una huella ambiental elevada en nuevos combustibles reciclados libres de contaminantes.

Publicado el 11.03.2021
El Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques busca reducir la contaminación ocasionada por las embarcaciones. (PierNext/GettyImages)

Según la definición de la Fundación para la Economía Circular, este modelo productivo consiste en “la producción de bienes y servicios reduciendo el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía”. Representa una alternativa más sostenible al modelo de economía lineal basado en la extracción, producción, consumo y eliminación.

En lo que se refiere a los puertos y a su actividad, se han identificado varias iniciativas que apuestan por la circularidad para gestionar los volúmenes que proceden de fuentes primarias no renovables, principalmente carburantes pero también otros materiales, y darles un segundo uso, en este caso, convertirlos en combustibles sin contaminantes.

“El convenio Marpol obliga a los barcos a dejar sus residuos en los puertos pero también obliga a los países a disponer de instalaciones portuarias receptoras de estos desechos. Su reciclaje se regula según normativas específicas, que en la Unión Europea son muy restrictivas y pioneras”, explica Ana Conesa, Marpol & Fuel Product Manager en Tradebe.

Reciclando combustible

A nivel español, la Ley de Puertos de 2010 incorporó la recogida de residuos de los barcos como un servicio básico portuario e introdujo una nueva tasa obligatoria para los buques que les daba el derecho de utilizar estos servicios de recogida de residuos de hidrocarburos, sólidos y desechos, sin límites de cantidad durante los primeros siete días de escala en un puerto y evitar vertidos en el mar.

“Desde un punto de vista medioambiental, fue un éxito rotundo, ya que las estadísticas de recogida de residuos aumentaron y propició que la Unión Europea adoptara el modelo español como un modelo a seguir, creando una ecotasa de aplicación europea para asegurar el reciclaje”, celebra Conesa.

Desde 1992, Tradebe es una de las compañías que se encarga de gestionar y transformar los residuos hidrocarburados (compuestos por un 80% de agua, un 20% de hidrocarburo y un 5% de lodo) de los barcos que atracan en el Port de Barcelona. Su actividad comenzó con la recogida de 3.000m3 anuales de residuos generados por los cruceros, volumen que ha incrementado hasta los 85.000 m3 actuales procedentes de todo tipo de embarcaciones. Estas cifras han permitido reducir las emisiones de CO2 en más de 60.000 toneladas métricas anuales.


Tradebe Port de Barcelona recicla 85.000 m3 de residuos hidrocarburados al año. (Tradebe)

Esta recogida se produce mediante dos embarcaciones y camiones cisterna que transportan estos residuos a la planta de tratamiento de Tradebe situada en las instalaciones del puerto. Allí, los residuos se separan en fases que se tratan por separado y se refinan, hasta obtener un combustible reciclado que contiene los parámetros del original para que pueda volver a consumirse.

“Avanzándonos a la normativa, en Tradebe Port de Barcelona hemos diseñado un proceso innovador del reciclaje del combustible marino. Somos una de las únicas plantas europeas que ha alcanzado este nivel de excelencia y nuestra planta fue la primera del sector en obtener una certificación ISCC en 2019, que garantiza la sostenibilidad del proceso y reduce al mínimo la huella de carbono”, comenta Conesa.

En este sentido, ejemplifica que incluso es posible reciclar el agua que contiene el residuo mediante tratamientos biológicos y fisicoquímicos que dan como resultado un agua limpia que contiene los mismos parámetros que el agua del mar.

 La economía circular produce bienes y servicios reduciendo el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía y es una alternativa más sostenible al modelo de economía lineal basado en la extracción, producción, consumo y eliminación

Otros ejemplos de circularidad

A nivel europeo, el proyecto LOOP-Ports (Circular Economy Network of Ports), cofinanciado por EIT Climate-KIC y coordinado por la Fundación Valenciaport, tiene como principal objetivo facilitar la transición hacia una economía más circular en el sector portuario.

El proceso que transforma residuos hidrocarburados en nuevos combustibles reciclados libres de contaminantes. (Tradebe)

Las iniciativas previstas se dividen en tres ámbitos: recursos portuarios y equipamientos, flujos dentro del puerto y flujos dentro de mercados circulares, que buscan reforzar el papel de los puertos como agentes dinamizadores en la implementación de nuevos modelos de negocio circulares más allá de sus instalaciones.

Un caso de éxito es el proyecto de investigación VASCO, iniciado por el Puerto de Marsella en 2015, que ha testado varios procesos químicos para obtener microalgas a partir de gases industriales como el CO2  con el objetivo de convertirlos en biofueles. De momento, las pruebas realizadas muestran que es posible transformar 275 toneladas de CO2 en 280 toneladas de pasta de alga para convertirla en un combustible sostenible. El siguiente paso es probar este proceso a escala industrial.

El Puerto de Ámsterdam también apunta hacia la economía circular pero en este caso, en lugar de reciclar combustibles, ha centrado su atención en los plásticos. En 2018, IGE Solutions Amsterdam BV empezó a construir una planta que permitirá transformar, anualmente, 33.000 toneladas métricas de plásticos no reciclables en 35 millones de litros de combustibles limpios, que emiten un 80% menos de CO2 que el diésel común. 

La planta utilizará tecnología de pirólisis para producir gasolina y diésel que será vendido a compañías portuarias para el transporte marítimo y terrestre. También contempla la producción de nafta para producir plásticos sostenibles.  

El puerto holandés cuenta, además, con el hub de innovación Prodock, dedicado a estudiar proyectos innovadores de economía circular aplicados a los puertos, lo mismo que NextGen District en el Puerto de Amberes, dos ejemplos que apuestan por convertir a los puertos en un ejemplo de circularidad.