La vida se abre camino: gestión de las aves en las grandes infraestructuras
El Port de Barcelona ha llevado a cabo acciones pioneras en el ámbito portuario para gestionar distintas especies de aves que tenían su hábitat en sus instalaciones o áreas cercanas. Son una serie de iniciativas que se pusieron en marcha hace dos décadas, con el inicio de las obras de ampliación del puerto, y que han culminado recientemente con una innovadora actuación destinada a reubicar una colonia de cormoranes.
Cuando se plantea un proyecto de grandes infraestructuras, la ciudadanía y los medios suelen fijar su atención en el impacto que tendrá sobre la actividad económica. Sin embargo, es responsabilidad de las instituciones que las gestionan garantizar esa actividad con el mínimo impacto medioambiental posible. En ese caso, las actuaciones no siempre tratan de reducir las emisiones de gases o cuidar la calidad del agua. A veces consisten en dar un nuevo hogar a una colonia de pájaros o cesar la actividad si es época de nidificación.
A situaciones como estas se ha enfrentado –siempre con excelente disposición y mejor humor– Ramon Griell, subdirector general de Infraestructuras y Conservación del Port de Barcelona. Especialmente, durante el desarrollo del llamado Plan Delta, una gran ampliación hacia el sur de las instalaciones del Port de Barcelona, que se inició en los años 90 y que afectaba tanto al puerto como al Aeropuerto de Barcelona-El Prat, entre otras infraestructuras. La ampliación implicó el desplazamiento de la cuenca del río Llobregat.
Un nuevo hogar para el chorlitejo patinegro
El plan, entre infinidad de actuaciones complejas, implicaba actuar sobre una zona de playa junto a la desembocadura del río. “Era un área pequeña, de aspecto nada espectacular, pero que había sido la elegida por unos pájaros para anidar, atraídos tanto por la playa como por los humedales cercanos”. El pajarito en cuestión era el chorlitejo patinegro, una especie que según la ONG SEO/Birdlife, dedicada a la conservación de la diversidad de especies ornitológicas, se encuentra en situación de “vulnerabilidad” por la urbanización del litoral mediterráneo. “El chorlitejo había encontrado en esta playa un hábitat ideal, porque tiene la peculiaridad de que pone los huevos en el suelo, con el riesgo que eso supone por el acceso de los depredadores”, cuenta Griell. Sin embargo, la situación aislada de esta pequeña playa les permitía vivir tranquilos, al margen de la actividad humana y, suponemos, de ataques de especies depredadoras.
Como el plan contemplaba destinar esa zona a actividad portuaria y debía desalojarse, el Port de Barcelona optó por una solución adecuada para estas aves. “Decidimos crear una nueva zona de anidado que sustituyera esta playa. Se construyó un espigón que señalaba el margen del río, y toda la arena de buena calidad que se obtuvo en las obras se trasladó al otro lado del río, donde creamos una nueva playa”. Se creó, pues, una nueva playa, “se le dio forma de cuenco. De esta manera, conservaba el agua de la lluvia, teniendo un carácter de playa húmeda, más adecuada para estas aves. Es, además, una playa inaccesible, porque la misma orografía la cierra al acceso humano”, cuenta con orgullo Griell.
Cuando se construyen grandes infraestructuras, es responsabilidad de las instituciones que las gestionan garantizar esa actividad con el mínimo impacto medioambiental posible. En muchas ocasiones, esta actuaciones están vinculadas a la gestión de la fauna.
¡Alerta! Gaviotas de Audouin criando
Más recientemente, se ha detectado una situación similar con las gaviotas de Audouin (conocida también como gavina corsa, su nombre en catalán). Se trata de un ave que vivió una reducción notable de su población, debido al desarrollo turístico de los litorales, que alteraban el hábitat de su cría, así como la sobreexplotación pesquera. A finales de los años ochenta, también según SEO/Birdlife, ha incrementado la población, pero sigue en situación de vulnerabilidad.
En la Illa del Molí, una pequeña isla en la desembocadura del río, se detectó “una colonia muy importante de esta especie. Como estaba cerca de nuestras instalaciones, pero no dentro, lo que se planteó fue poner unas pantallas protectoras que atenuaran las molestias que generan (como ruidos, etc.), para protegerlas”. Sin embargo, la vida se abre camino, y las pantallas no siempre pueden frenarla. “Han empezado a nidificar en solares en desuso que forman parte de las instalaciones del puerto. Son zonas apartadas y protegidas, sin riesgo de depredadores”. Eso ha provocado que estas aves hayan abandonado su hábitat original, los humedales. “Ahora las mayores colonias de este pájaro se encuentran en varios puertos mediterráneos, en Barcelona, Tarragona y Castellón de la Plana”. Como sucedía con el chorlitejo patinegro, la cría de esta gaviota debe respetarse, con lo que, si se detecta un nido en las inmediaciones del puerto, la actividad debe detenerse.
La mudanza de los cormoranes
Aunque la acción más innovadora y proactiva de las realizadas para la preservación de las especies animales es la que se ha llevado a cabo con la población de cormoranes, que ha consistido en proveerles de un nuevo hábitat.
“Cuando se plantearon los nuevos accesos a la ampliación del puerto”, explica Griell, “se detectó que en la ribera del Llobregat había una colonia muy estable de cormoranes”. Lógicamente, se planteó el problema de qué hacer con esas aves, puesto que una vez se iniciaran las obras para los accesos difícilmente iban a continuar allí. “Básicamente, por las transformaciones y usos del espacio, que dejarían de ser atractivos para esta especie”, apunta. Fue cuando se plantearon acciones que pudieran alentar un traslado activo de la colonia a otro lugar más seguro y atractivo. “El cormorán es un pájaro muy gregario que, en general, vive en comunidades. Y, a la hora de dormir, se posan todos juntos en zonas arbóreas, con agua cerca y, sobre todo, muy tranquilas, con poca o nula presencia humana”, explica Griell.
“Cuando, tras la desviación del curso, se volvió a llenar el río, se empezaron las pruebas piloto, se dejó una laguna con otros árboles de ribera, y se crearon distintos tipos y formatos de estructuras artificiales para ver si podían adaptarse a algunas de esas estructuras”. La idea era proveer de un nuevo hogar a las aves, pero uno que fuera reproducible en otros lugares, para invitar a esos pájaros a habitarlos. Para ello, el Port de Barcelona contó con la asesoría de Minuartia, una asesoría ambiental que colaboró, por ejemplo, con la gestión de las aves en el Aeropuerto de Barcelona. Con ayuda de Minuartia, se testaron varios tipos de estructuras que los cormoranes pudieran convertir en su hogar. “De esta forma, se pudo detectar qué tipo de estructuras les parecían más atractivas a los pájaros de entre varias que se plantearon. Les gustaban las más altas y que reproducían un poco el formato del árbol”.
Con los cormoranes, se plantearon acciones que pudieran alentar un traslado activo de la colonia de aves a otro lugar más seguro y atractivo que las inmediaciones del puerto.
Una vez que se detectó qué tipo de estructura resultaba más atractiva para estas aves, “empezó la deliberación sobre qué espacio debía ocupar. Analizando el espacio disponible en la zona, detectamos que no había ningún lugar que garantizara el confort para esta especie" expone Griell. Entonces, tanto personal de Minuartia como del Port de Barcelona empezaron a buscar un nuevo entorno para estas aves. “Colocamos estructuras en distintas zonas cercanas al puerto sin árboles cerca y, poco a poco, las fueron colonizando. Nos quedó claro que les gustaban esas nuevas casas que les habíamos preparado”.
Sin embargo, el proceso de ampliación del puerto continuaba y esa zona, una pequeña laguna que se había formado con el cambio del curso del río, también debía ocuparse con actividad portuaria. Otro de los problemas para reubicar a los cormoranes era la cercanía del aeropuerto. “Se determinaron distintas zonas que respondieran a las necesidades del ave, a la vez que no entorpecían ni la actividad portuaria ni la del aeropuerto”. Eso era especialmente importante, no solo para proteger las aves, por supuesto, sino también por motivos de seguridad. El cormorán es un ave grande (puede tener una envergadura de hasta 160 centímetros, con las alas extendidas), que, además, vuela bajo, alrededor de los 50 o 60 metros de altura, con lo que supone un grave riesgo para los aviones.
Finalmente, y tras años de pruebas, se detectó como idónea una pequeña zona de humedales en Molins de Rei (una pequeña ciudad a unos 12 km al sur de Barcelona), cercana al río. Allí se instalaron, pues, estas estructuras arbóreas, que conviven con otras más cercanas al emplazamiento original (en el espigón del río y la mencionada Illa del Molí). Las pruebas piloto para este proyecto se iniciaron en 2006 y el traslado a Molins de Rei fue unos diez años después, y continúa bajo supervisión. Y los cormoranes, poco a poco, se han ido instalando en sus nuevos hogares.