Un océano de plástico: por qué limpiar los mares no es suficiente
No está claro de dónde salen las 11 millones de toneladas que cada año acaban en los océanos, pero cada vez más iniciativas movilizan a la gente para participar en la recogida de plásticos y pelets en las costas. Y los puertos tienen también un valioso papel en ese proceso de limpieza. Pero los microplásticos y tóxicos derivados acaban igualmente en nuestro organismo y contra eso solo queda la concienciación para reducir el uso del plástico. ¿Estamos preparados?
Una barrera humana contra los plásticos
Es prácticamente imposible calcular de forma precisa qué cantidad de plástico llega a los mares cada año. Pero sí existen estimaciones: el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEP), por ejemplo, habla de unos 11 millones de toneladas métricas y advierte de que, si no se toman medidas urgentes y eficientes, esta cifra puede triplicarse en las próximas dos décadas.
Los datos muestran la magnitud del problema. El mundo produce unos 430 millones de toneladas métricas de plástico cada año, dos tercios de los cuales se transforman en productos de uno o pocos usos que pronto se convierten en residuos. Esta basura, cuando no es correctamente gestionada, termina causando graves impactos en los ecosistemas.
Hoy, los plásticos son la base del 85 % de los desechos que hay en el mar. Y su presencia no es inocua: los animales los ingieren, lo que provoca que se atraganten o que llenen sus estómagos de este material hasta el punto de no poder comer nada más y morir de inanición. De acuerdo con la ONU, se han encontrado plásticos en el sistema digestivo de todas las especies de tortugas marinas y de casi el 50% de las especies de aves y mamíferos marinos estudiados hasta el año 2022.
Muchos organismos marinos, incluso los más pequeños, ingieren plásticos y microplásticos. Esto hace que absorban diferentes químicos (de los hasta 10 000 compuestos que se pueden añadir a los plásticos) que terminan transfiriéndose por toda la cadena alimentaria hasta llegar a los humanos, con posibles problemas para la salud que aún están por investigar. Hay estudios que han encontrado plásticos en muestras de sangre, pulmones, en la placenta y hasta en la leche materna.
A esto se suma que los trozos de plástico más grandes pueden cubrir organismos como los corales, impidiendo que reciban la luz del sol hasta que mueren.
De la limpieza a la concienciación
La lista de cifras y consecuencias sigue, lo que ha llevado a la creación, en 2022, de un comité para redactar un tratado global para combatir la contaminación por plásticos. Se espera que a finales de 2024 los Estados Miembros de la ONU lleguen a un acuerdo y aprueben un instrumento legal y vinculante que, por su importancia, se compara ya con el Acuerdo de París (aquel que establece medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y frenar el cambio climático).
Las consecuencias de la contaminación por plásticos han movilizado también a una parte importante de la población. Un buen ejemplo lo encontramos en los voluntarios de Surfrider, una organización fundada en 1990 por un grupo de surfistas que busca movilizar a la ciudadanía para proteger los ríos, los lagos y el océano. Entre las muchas acciones que organiza, esta ONG incluye las tareas de recogida de plásticos con un triple objetivo: limpiar los entornos naturales, concienciar a la ciudadanía y comprender el origen de los residuos para reforzar la investigación científica.
“Estas actividades se complementan con una amplia investigación científica para comprender mejor el problema de las basuras marinas. Estudiando estas basuras desde su origen hasta el océano, a través de los ríos, tratamos de encontrar soluciones eficientes para reducirlas”, explican.
Al de Surfrider se suman muchos otros nombres que en los últimos años han cambiado la relación de miles de personas con el mar. Gravity Wave, We Sustainability u Oceánidas son algunas de las iniciativas que involucran, con diferentes enfoques y objetivos, a la comunidad con la limpieza de las playas.
Voluntarios en la superfície... y bajo el agua
“Las acciones de limpieza son una herramienta maravillosa de concienciación”, señala Pilar Zorzo, presidenta de la Asociación Española de Basuras Marinas (AEBAM). “Muchas veces, cuando llegas a una playa, no ves mucha basura. Te parece una playa muy linda y tus pensamientos se quedan ahí. Pero cuando te pones a mirar con detenimiento, encuentras muchísimas cosas”.
Mostrar aquello que muchas veces no se ve es precisamente uno de los objetivos de Oceánidas, una organización que cuenta con más de medio millón de buceadores comprometidos con la conservación de los medios marinos. Ellos tienen acceso al mundo submarino y a toda la basura que se esconde bajo la superficie, y que tratan de mostrar con sus actividades de limpieza y de concienciación.
“La gente que está en la playa empieza a ver a los buceadores sacando neumáticos, tuberías, redes y todo tipo de cosas del fondo del mar. Ahí se les pone en relieve que esta basura no se ve, pero está. Parece que el mar traga con todo y puede con todo, pero no es así. Solo sucede que mucho de lo que contamina, no lo estamos viendo”, explica Zorzo.
¿Y qué sucede después con toda esta basura?
Porque el problema de descontaminar de plásticos los océanos es qué hacemos luego con ese plástico. De hecho sólo el 10% del plástico se recicla en todo el mundo. En palabras de Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaca), del CSIC, “de los 8.000 millones de toneladas de plástico fabricadas en la historia, unos 6.000 millones son todavía residuos”.
Una de las claves que intentan transmitir desde estas organizaciones es la importancia de la reutilización. Gravity Wave, por ejemplo, invita a empresas de diferentes ámbitos y sectores a colaborar para transformar estos residuos en nuevas materias primas que tengan un impacto positivo y hagan realidad la economía circular.
Puertos contra el plástico
Por su situación a medio camino entre el mar y la costa, los puertos son lugares clave para impulsar, coordinar y realizar tareas de limpieza de plástico. “Los puertos están haciendo una labor muy valiosa recogiendo toda la basura que los pescadores llevan a tierra, así como promoviendo acciones de pesca de basura”, señala Zorzo.
En este sentido pueden destacarse proyectos como Marviva, promovido en el año 2015 por la Cofradía de Pescadores de Barcelona, la Agencia de Residuos de Catalunya y la Autoridad Portuaria de Barcelona. Este consiste en que los pescadores lleven voluntariamente a tierra las basuras marinas que recogen con sus redes y las depositen en contenedores en el puerto.
Algunos puertos han ido más allá y cuentan no solo con el apoyo de la ciudadanía, sino también de la tecnología, para limpiar de plástico su entorno. Es el caso, por ejemplo, del puerto de Hamburgo. A través del SeaClear-Project, apostó por un equipo de robots autónomos que, gracias a sensores de detección subacuática, encuentran la basura del fondo marino y la retiran.
Este sistema de recogida forma parte de un proyecto mayor en el que el Puerto de Hamburgo colabora con las comunidades locales, para concienciar sobre los impactos de la contaminación en los océanos, y con otros puertos cercanos, para intercambiar información y desarrollar soluciones que vayan aun más allá.
Datos para nutrir la ciencia ciudadana
Otro de los grandes objetivos es concienciar sobre la necesidad de reducir el uso de plástico, sobre todo de los artículos de un solo uso, y de hacer un correcto desechado de los mismos. Para trasladar a la ciudadanía y las instituciones la magnitud del problema que supone la presencia de los plásticos en el mar, hacen falta datos. Y ahí es donde entra en juego la ciencia ciudadana.
“Limpiar está bien, pero igualmente importante es realizar un trabajo de contabilización para saber qué es lo que estamos sacando y cuáles son los tipos de objetos plásticos que más abundan en el mar. De este modo, podemos ir a la fuente del problema, un problema que no se solucionará hasta que dejen de generarse estos residuos”, explica la directora de AEBAM.
Para facilitar el registro y el intercambio de información, la Asociación Vertidos Cero coordina la plataforma Marnoba. Este proyecto de ciencia ciudadana se basa en una app en la que los ciudadanos pueden introducir información sobre basuras marinas para avanzar en la búsqueda de soluciones a este problema.
“Permite registrar la basura que se encuentra en la playa y en los fondos marinos, la que recogen los pescadores en sus tareas diarias de pesca y las basuras flotantes que avistan los navegantes”, señala Zorzo, quien estuvo involucrada en la creación de la plataforma en 2012. La información resultante puede consultarse en la web del proyecto y, una vez al año, los datos se trasladan al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) para completar la información que recoge la administración.
“Marnoba, gracias a toda la información que facilitan los voluntarios, resulta muy útil. El Ministerio contabiliza los datos de unas 20 playas en toda España, mientras que Marnoba hace seguimiento de cientos de ellas. Gracias a la acción de la comunidad, el efecto se multiplica”, añade Zorzo.
Otro proyecto de ciencia ciudadana que resulta muy relevante e interesante es Observadores del Mar, coordinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y otros centros e instituciones científicas. Entre sus diferentes objetivos, está el de involucrar a diferentes colectivos en la recogida, el seguimiento y el muestreo de microplásticos en las playas españolas. “El diagnóstico sobre su acumulación da visibilidad al problema del microplástico y a sus efectos en el ecosistema”, explican en su web.
La lucha es, además de contra lo que se ve, contra lo que no se ve.
Y contra lo que no debería acabar en ningún ecosistema.
El mejor plástico es el que no se usa.