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Cómo la taxonomía europea ayudará a descarbonizar el transporte marítimo

A la Unión Europea no le gusta el 'greenwashing'. Por eso establece qué actividades se entienden por sostenibles y persigue canalizar el capital hacia inversiones con un impacto real sobre el clima y el medio ambiente. Estos nuevos criterios, la taxonomía, impulsará la utilización de combustibles alternativos en el tráfico marítimo, la electrificación de puertos y la mejora de las conexiones ferroviarias.

Publicado el 21.03.2024
La maquinaria ya está en marcha. Con la taxonomía europea se persigue acelerar la descarbonización, dirigiendo la inversión hacia proyectos que realmente son prioritarios, como el sector portuario y marítimo (PierNext/IA)

La transición verde empieza con el bolsillo

La adopción de “un lenguaje común al que los inversores pueden recurrir para invertir en proyectos y actividades económicas con una incidencia positiva y sustancial en el clima y el medio ambiente”. 

Con algo tan simple y a la vez tan complejo como es establecer una taxonomía o clasificación verde europea, los países de la UE quieren “mejorar el flujo de capitales hacia actividades sostenibles”. La meta final es que “Europa sea climáticamente neutra de aquí a 2050 y proteger, conservar y mejorar el capital natural y la biodiversidad”.

¿Por qué un lenguaje para inversores?

Pues porque Bruselas es muy consciente de que cumplir con los objetivos climáticos y medioambientales requiere de “un importante componente de inversión privada”. En este sentido, la taxonomía de la UE (el Reglamento UE 2020/852) intenta dirigir el capital a las actividades necesarias para alcanzar la neutralidad en emisiones de gases de efecto invernadero. 

“Hay muchos incentivos para la descarbonización, como el Green Deal (Pacto verde europeo) o el REPowerEU. La maquinaria ya está en marcha. Con la taxonomía lo que se persigue es acelerar la descarbonización, dirigiendo la inversión hacia aquellos proyectos que realmente son prioritarios”, explica Héctor Calls, jefe de sostenibilidad ambiental del Port de Barcelona.

Calls está convencido que la taxonomía “puede ayudar muchísimo al sector del transporte marítimo, con inversiones en combustibles alternativos, la electrificación de puertos y la mejora de las conexiones ferroviarias”.

PierNext/FP

La descarbonización en el sector marítimo

El de la taxonomía es un proceso en continuo desarrollo, que se va actualizando a medida que se llegan a nuevos acuerdos. En una de las últimas actualizaciones, se han modificado los criterios técnicos de selección del transporte marítimo de mercancías y pasajeros para adaptarlos a los criterios de descarbonización adoptados por la Organización Marítima Internacional (OMI) y la Unión Europea, que serán aplicables a partir del 1 de enero de 2025.

La estrategia revisada de la OMI es más ambiciosa en cuanto a la reducción de gases de efecto invernadero. Prevé una disminución de la intensidad de carbono del transporte marítimo internacional en al menos un 40% de aquí a 2030. Finalmente, planea alcanzar las emisiones netas nulas en 2050, a más tardar, o alrededor de ese año. La entidad basa la consecución de dichas metas en la adopción de fuentes de energía, combustibles y/o tecnologías de emisiones de gases de efecto invernadero nulas o casi nulas. Según el plan trazado, estas deben llegar al 10% de la energía utilizada por el transporte marítimo internacional para 2030. 

En línea con la OMI, el Consejo de la Unión Europea ha adoptado un nuevo Reglamento para descarbonizar el sector marítimo, que se basa en la iniciativa conocida como FuelEU Maritime. El principal objetivo de FuelEU Maritime es aumentar la demanda y el uso sistemático de combustibles renovables y combustibles hipocarbónicos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del sector del transporte marítimo.

PierNext/IA

¿Qué es sostenible según la taxonomía?

La taxonomía consiste en una serie de definiciones robustas y requerimientos de divulgación transparentes elaborados por expertos y científicos que, a grandes rasgos, persiguen desenmascarar el greenwashing. La decisión última, sin embargo, sigue siendo del capital porque la taxonomía no obliga a invertir o desinvertir en ninguna empresa, tecnología o ámbito económico. 

Su elaboración se remonta al año 2016, cuando empezó a trabajar el primer grupo de expertos. Estos expertos han establecido un conjunto de normas y criterios que establecen y definen qué actividades se consideran sostenibles. En este sentido, permite (o exige, en determinadas ocasiones) que las empresas calculen cuán verdes son sus actividades. 

Se establece que una actividad es considerada “sostenible” a efectos de la taxonomía si cumple con las siguientes cuatro condiciones:

  1. Contribuye de forma sustancial al menos a uno de estos objetivos medioambientales:
    • adaptación al cambio climático; 
    • uso sostenible del agua y los recursos marinos; transición hacia una economía circular; 
    • control y prevención de la contaminación y los residuos; 
    • protección y rehabilitación de la biodiversidad y los ecosistemas.
  2. No causa un daño significativo a ninguno de los otros cinco objetivos ambientales
  3. Respeta las salvaguardias mínimas sociales y de gobernanza establecidas.
  4. Cumple con los criterios técnicos de selección establecidos.

El reglamento también establece requerimientos de divulgación de la alineación con la taxonomía, buscando fomentar la transparencia, prevenir el blanqueo verde de imagen y fomentar la credibilidad del mercado.

La taxonomía, para cada tipo de actividad, indica explícitamente a qué objetivo u objetivos ambientales debe contribuir de forma substancial y cómo y también explicita qué significa para cada tipo de actividad el concepto de no hacer un daño significativo al resto de objetivos.

Los diferentes sectores, actividades y criterios de cumplimiento pueden encontrarse en el EU Taxonomy Compass.

Así, por ejemplo, una de las actividades incluídas en la taxonomía es la “infraestructura para el transporte marítimo con bajas emisiones de carbono”. Se define este tipo de infraestructuras como la “construcción, modernización, operación y mantenimiento de la infraestructura necesaria para la operación con cero emisiones de CO2 de los buques o de las operaciones propias del puerto, así como infraestructura dedicada al transbordo y cambio modal e instalaciones de servicio, sistemas de seguridad y gestión del tráfico”

Este tipo de infraestructuras, para ser consideradas sostenibles deben ayudar sustancialmente a mitigar el cambio climático (el objetivo al que se debe contribuir sustancialmente es especificado en la propia taxonomía) y para ello deben cumplir con dos características:

  1. La infraestructura cumple uno o más de los siguientes criterios:mitigación del cambio climático; 
    • la infraestructura está dedicada a la operación de buques con cero emisiones de CO2, por ejemplo, de repostaje a base de hidrógeno;
    • la infraestructura está dedicada al suministro de energía eléctrica desde tierra a los buques atracados (OPS, on-shore power supply);
    • la infraestructura está dedicada al desempeño de las operaciones propias del puerto con cero emisiones directas de CO2;
    • las infraestructuras e instalaciones están dedicadas al transbordo de mercancías entre modos: infraestructura terminal y superestructuras para carga, descarga y transbordo de mercancías;
    • la modernización de la infraestructura existente necesaria para permitir el cambio modal y apta para su uso por buques con cero emisiones directas de CO2 y que haya sido sujeta a una evaluación verificada de resistencia al clima.
  1. La infraestructura no está dedicada al transporte o almacenamiento de combustibles fósiles.

Además, se indica explícitamente lo que se entiende por no causar un daño significativo al resto de criterios:adaptación al cambio climático, agua, economía circular, prevención de la polución y biodiversidad así como cuáles son las mínimas salvaguardias exigidas para este tipo de actividad.

El transporte marítimo, clave en la descarbonización

“Los sectores portuario y marítimo son clave en la descarbonización porque es el transporte que menos gases de efecto invernadero emite por tonelada transportada, estando detrás del 80% del transporte mundial de mercancías y de tan sólo el 3% de todas las emisiones de origen humano”, señala Hèctor Calls. En este sentido, el jefe de sostenibilidad ambiental del Port de Barcelona recalca la importancia del transporte marítimo en la cadena logística, así como la eficiencia con la que mueve mercancía. 

En la Unión Europea, el transporte por vías navegables generó entre el 3 y el 4% de las emisiones totales de CO2 en 2021. A pesar de la caída de la actividad en 2020 debido a la pandemia de la Covid-19, se espera que el transporte marítimo siga creciendo, impulsado por el aumento de la demanda de recursos primarios y el transporte de contenedores. 

La taxonomía se está implementando de forma gradual, pero al mismo tiempo sigue en proceso de desarrollo. Desde el 1 de enero de 2023, las empresas de mayor tamaño no financieras están obligadas a publicar informes detallando su elegibilidad y cómo se alinean sus actividades con ciertos criterios. 

A partir de enero de 2025, la taxonomía se empezará a aplicar a las instituciones financieras, que deberán incluir estimaciones en el alineamiento de la taxonomía respecto a la evaluación del DNSH (Do No Significant Harm) de exposiciones a terceros países sobre el año previo.

Finalmente, en el 2026, las instituciones crediticias deberán incluir la alineación de la taxonomía de su trading book y en comisiones y tarifas de actividades no bancarias.