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Start-ups y el Port de Barcelona: una colaboración ganadora

Las start-ups ganan terreno en la red de colaboradores del Port de Barcelona por su dominio de unas tecnologías avanzadas que permiten solucionar retos concretos. Para que la relación entre dos modelos de negocio tan dispares se consume con éxito, es fundamental establecer una estrecha colaboración que impulse una metodología de trabajo idónea para lograr el objetivo marcado.

Publicado el 12.11.2020
El Port de Barcelona incentiva la generación de talento mediante la presentación de proyectos emprendedores para nutrirse de factores novedosos. (Gettyimages)

Proporcionar respuestas innovadoras a retos específicos. Es en este escenario donde irrumpen las start-ups en el ecosistema del Port de Barcelona. Esta tendencia responde a la búsqueda de soluciones o mejoras operativas que precisan de una réplica que suele hallarse en una tecnología concreta.

“Nos fijamos en que su propuesta de valor tenga el potencial de resolver una necesidad real de forma innovadora. Como entidad pública, el Port de Barcelona lleva en su ADN la aportación de valor público y con estas iniciativas impulsamos el talento y desarrollo de nuestro tejido empresarial, así como la transformación digital de nuestro sector”, explica Ruth Pablo, jefe del proyecto Digital Port del Port de Barcelona.

Además, Barcelona es el tercer destino europeo preferido por los emprendedores, según el ranking Startup Heatmap Europe 2019, solo por detrás de Londres y Berlín. Esta sinergia entre la capital catalana y la innovación ejemplifica la buena salud del ecosistema de start-ups en la ciudad.

En busca de la innovación

Tras identificar a nivel interno cuál es el reto a resolver o mejorar, el siguiente paso es encontrar a la start-up con la propuesta de valor más relevante. Programas como el Smart Catalonia Challenge o el Ports 4.0 incentivan la generación de talento dentro del sector mediante la presentación de proyectos emprendedores que nutren de factores novedosos a los puertos.

 

Joana Barbany, Directora General de Societat Digital en la Generalitat de Catalunya, con Mercè Conesa, presidenta del Port de Barcelona junto a los cuatro ganadores del SmartCatalonia Challenge 2019. (Govern.cat)

Además, la ciudad de Barcelona cuenta con varias aceleradoras que realizan una criba para conectar a empresas o instituciones con la start-up cuyo producto se ajusta a sus necesidades.

Founder Institute, por ejemplo, colabora con el Port de Barcelona desde 2017 con iniciativas como el Port Challenge Barcelona, un programa de aceleración conjunta y específica para el sector portuario-logístico. Otro ejemplo es el programa openPORT, que busca acercar a los actores del ecosistema portuario al mundo del emprendimiento y las start-ups.

“Ahora estamos colaborando en el diseño de la hoja de ruta de innovación de los próximos años dentro del marco del IV Plan Estratégico del Port de Barcelona con el objetivo de disponer de un hub de innovación de referencia a nivel mundial, localizado físicamente en el Puerto de Barcelona o en sus aledaños, orientado al transporte marítimo, la logística, la gestión portuaria y la economía azul”, detallan Urs Rothmayr y Oriol Bes, directores del Founder Institute de Barcelona.

Barcelona Tech City es una asociación privada sin ánimo de lucro, un proyecto impulsado por emprendedores locales que actualmente representa además de 1000 compañías del ecosistema tecnológico de la ciudad y que trabaja estrechamente con el Puerto de Barcelona. Ricard Castellet, el suyo Chief Conector Officer, explica que el proyecto Pier01, un hub de innovación que agrupa además de ciento empresas, surge de una relación estratégica con el ecosistema tech. Castellet desgrana como funciona el proceso de conexión entre empresas y start-ups, uno de los vectores de crecimiento y aceleración de la innovación: “Una vez conocemos las necesidades concretas de nuestros partners y socios, iniciamos el proceso de identificar a la start-up con la tecnología o modelo de negocio más idóneo, facilitando el contacto de manera rápida y precisa”, afirma.

“Estas alianzas nos permiten acceder a una base extensa de emprendedores con conocimientos avanzados sobre una tecnología que nos puede ayudar a resolver unas necesidades específicas”, agrega Carles Rúa, responsable de Proyectos Estratégicos e Innovación del Port de Barcelona.

“Las start-up aportan un enfoque fresco, un conocimiento profundo de las nuevas tecnologías y una alta motivación para solucionar el reto planteado”
Ruth Pablo, jefe del proyecto Digital Port del Port de Barcelona

Una metodología colaborativa

Una vez establecido el contacto, lo siguiente es definir los objetivos y evaluar el potencial de la start-up para lograrlos. Esto incluye la definición, planificación y formalización de un programa piloto para comprobar que la tecnología funciona en un entorno real, teniendo en cuenta todas las variables posibles que pueden acontecer.

Para que esta fase de ensayo-error se desarrolle eficazmente es imprescindible que las dos partes trabajen estrechamente y compartan los conocimientos que cada una tiene sobre su ámbito, ya que es un proceso que puede durar meses. “La start-up tiene una tecnología que, quizás, pueda resolver el reto, pero la problemática la conoce la empresa, no ella. Para resolverlo con éxito hay que trabajar codo con codo para validar, implementar y escalar esta tecnología. De lo contrario, el proyecto fracasará”, explica Rúa.

Rothmayr y Bes hacen una distinción entre las empresas consolidadas, que suelen ejecutar modelos de negocio conocidos y testados en el mercado de las start-ups, centrados en la acción y con la flexibilidad y rapidez para fallar y recuperarse rápidamente. La colaboración entre ambos modelos es una de las mejores vías para que las grandes compañías tengan cerca un foco de innovación y de estrategia diferente.

“Hay que acompañar a la empresa facilitando información, datos, contactos y algunos recursos para que pueda desplegar su conocimiento, creatividad y agilidad. En este proceso se monitorizan conjuntamente los avances y dificultades, lo que nos permite realizar iteraciones sobre el proyecto, estableciendo límites de tolerancia, haciendo correcciones, modificando expectativas, ampliando el alcance y validando resultados”, especifica Pablo.

Si el piloto funciona con éxito, se pasa a la fase de implementación, que incluye la adjudicación de un presupuesto para su ejecución. En algunos casos, y una vez testada la tecnología, existe incluso la posibilidad de considerar otros usos que inicialmente no se habían previsto.

 

El Pier01 comparte espacio en el Palau del Mar con el Museo de Historia de Catalunya. (Barcelona Tech City)

Dos modelos, dos visiones

“Trabajar con una con una empresa emergente suele ser un reto en sí para una gran compañía. Se trata de dos tipos de organizaciones muy diferentes, con una cultura, procesos y tiempos que pueden ser tan complementarios como incompatibles. Aunque cada una tiene sus propios objetivos independientes, estos han de ser coherentes en una estrategia de colaboración mutua de win-win”, afirman desde Founder Institute.

Carles Rúa comparte que los problemas pueden aparecer cuando la start-up sale de su zona de confort. “Es en la integración de la tecnología con los sistemas nativos del cliente donde pueden surgir obstáculos, por eso es una fase donde hay que ayudarles y destinar más recursos”. En el mismo sentido se expresa Ruth Pablo, que apunta a la “escalabilidad o pasar del prototipo a un producto o servicio estable” como una etapa sensible en este proceso.

En esta fase de implementación existe un riesgo añadido para las start-ups. “Normalmente, los contratiempos aparecen cuando tienen que integrar su prototipo con las aplicaciones corporativas, en general, desarrolladas y gestionadas por grandes empresas tecnológicas. En esta etapa existe un riesgo de canibalización de la idea de la start-up que desde la administración pública tenemos la obligación de proteger”, explica Rúa.

Sin embargo, la responsable del proyecto Digital Port del Port de Barcelona valora la experiencia como “muy satisfactoria”, ya que contribuye a generar una cultura innovadora y estimulante en el sector y los profesionales que trabajan en el mismo.

“Aportan un enfoque fresco, un conocimiento profundo de las nuevas tecnologías y una alta motivación para solucionar el reto planteado. En su forma de trabajar aportan agilidad, tolerancia al error, resiliencia para superar obstáculos y un aprendizaje continuo”, concluye Pablo.

La relación entre start-ups y los puertos continúa con el Ports 4.0, que ha recibido 320 propuestas de soluciones tecnológicas disruptivas para nutrir de innovación a la red de Puertos del Estado y el ecosistema empresarial logístico y portuario. El programa ofrece aceleración e incubación para las start-ups seleccionadas y sufragará hasta un 80% de los gastos por proyecto, con un máximo de hasta dos millones de euros para proyectos avanzados en fase comercial. Los proyectos adjudicados se anunciarán en enero.