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La tecnología que busca acabar con la contaminación acústica submarina

Sin ruido en las profundidades. La contaminación acústica submarina provocada por actividades antropogénicas como la navegación tiene un importante impacto negativo en los ecosistemas. Un proyecto europeo busca desarrollar nuevas tecnologías con las que reducir este ruido, establecer estándares reguladores y dar pautas a la industria para que contribuya a proteger los hábitats marinos.

Publicado el 26.02.2025
El ruido generado por la navegación tiene efectos negativos sobre la fauna y la flora marina y puede llegar a provocar desequilibrios importantes en los ecosistemas (PierNext/IA)

A lo largo de las últimas décadas, el ruido submarino y sus consecuencias han recibido menos atención que otros contaminantes oceánicos. Sin embargo, la situación ha dado un giro ante evidencias cada vez más claras: el ruido generado por actividades humanas como la navegación tiene efectos negativos sobre la fauna y la flora marina y puede llegar a provocar desequilibrios importantes en los ecosistemas:

  • Para muchos animales, estar expuestos a niveles altos o continuos de ruido antropogénico genera problemas de estrés e incluso daños físicos. Algunos cetáceos pueden sufrir lesiones en su sistema auditivo, lo que merma su capacidad para comunicarse, detectar amenazas o seguir sus rutas migratorias.
  • Otros organismos que viven anclados al fondo del mar, como corales, algas o plantas acuáticas como la Posidonia oceanica, sufren también consecuencias importantes a nivel morfológico y fisiológico.

Muchos de estos problemas terminan generando cambios de comportamiento, desorientación, varamientos e incluso la muerte, provocando así un impacto en toda la cadena alimenticia y en el conjunto de los ecosistemas.

Esta realidad ha llevado a diferentes organismos a actuar para frenar la contaminación submarina. De hecho, y de acuerdo con el informe European Maritime Transport Environmental Report 2025, elaborado por la European Maritime Safety Agency (EMSA) y la European Environment Agency (EEA), en los últimos años se han dado algunos pasos importantes para atajar este problema. 

Un avance significativo es la creación de modelos capaces de generar datos con los que dibujar una imagen completa de la situación de los océanos, tanto a nivel europeo como mundial. Estos datos permiten comparar cómo el transporte marítimo afecta a diferentes regiones y han permitido identificar técnicas y medidas operativas para reducir el ruido bajo el agua.

El consorcio LOWering underwater NOISE Radiation from waterborne transport (LOWNOISER), en el que participa la Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech (UPC), a través del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB), cuenta con 6,3 millones de euros para desarrollar tecnologías innovadoras de reducción de ruido (PierNext/IA).Tecnología innovadora, accesible y escalable

Entre estas soluciones juega un papel importante una tecnología que, en algunos casos, todavía está por desarrollar. Hacerla realidad es uno de los objetivos del consorcio LOWering underwater NOISE Radiation from waterborne transport (LOWNOISER), en el que participa la Universitat Politècnica de Catalunya - BarcelonaTech (UPC), a través del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB). 

Este proyecto cuenta con 6,3 millones de euros para desarrollar tecnologías innovadoras de reducción de ruido, que se pondrán a prueba a bordo de cinco grandes embarcaciones durante los próximos años. 

El principal objetivo es poner a prueba diferentes soluciones:

  • "Una de ellas consiste en un sistema de lubricación del aire que crea una capa de burbujas debajo del mar para reducir el roce y el ruido que las embarcaciones generan en contacto con el agua, así como el consumo de combustible”, explica Marta Solé, investigadora sénior en el LAB de la UPC y líder de un equipo que se encargará de comprobar que las medidas son efectivas para mitigar el impacto acústico en los invertebrados marinos.
  • “Otro se basa en engranajes cónicos y soportes de motor diseñados para minimizar las vibraciones y el ruido estructural de los motores y las hélices, y una tercera modifica los sistemas de monitorización que llevamos a bordo de los barcos para conocer y poder ajustar en tiempo real el nivel de emisiones de ruido”, continúa Solé.
  • “Por último, contamos con un sistema nuevo para detectar y grabar la acústica de los mares, que se llama DAS [detección acústica distribuida]. Son cables de fibra óptica que van por debajo del mar y que nos permiten grabar y comprobar si hay cambios en los sonidos en las zonas marítimas en las que hay actividad humana”, añade.

Durante los próximos años, el equipo del LAB y el resto de las entidades implicadas comprobarán si, con el uso de estas tecnologías, se reduce el impacto en la vida marina. “Trabajaremos tanto en condiciones de laboratorio como en el mar, comprobando si realmente se dan menos lesiones en los animales gracias a estas modificaciones”, explica Solé.

“Hemos conseguido que la industria colabore y que esté dispuesta a realizar las modificaciones necesarias en los barcos. Porque si no hay cambios, la investigación se queda solo en eso: investigación. Necesitamos que la información se aplique y contribuya a buscar soluciones”. 

Marta Solé, investigadora sénior en el LAB de la UPC

La aportación de puertos, cruceros y petroleros

Uno de los puntos más interesantes de este proyecto es que involucra a diferentes constructores de barcos interesados en probar las tecnologías en sus buques. Entre los participantes, están el crucero Roald Amundsen de HX Hurtigruten Expedition y el petrolero Montesperanza de Ibaizabal.

“Estamos muy contentos de que se haya involucrado a la industria”, señala Solé. “Hemos conseguido que sean conscientes de que hay un problema, que colaboren y que estén dispuestos a realizar las modificaciones necesarias en los barcos para evitar toda esta problemática. Porque si no hay cambios en la industria, la investigación se queda solo en eso: investigación. Necesitamos que la información se aplique y contribuya a buscar soluciones”.

Las cuatro soluciones tecnológicas a prueba en este proyecto han sido diseñadas para aplicarse tanto en diseños de barcos nuevos como en barcos modernizados, y para resultar accesibles y escalables para la industria marítima en general.

Otro de los grandes objetivos es que estos datos sirvan también para establecer estándares reguladores: 

  • En los últimos años se ha avanzado en este sentido, con medidas como la Directiva marco de estrategia marina de la Comisión Europea, que exige que el 80% de la superficie de los hábitats de las especies amenazadas se mantenga libre de niveles de ruido biológicamente nocivos. 

“Nuestra idea, en la que llevamos trabajando los últimos 20 años, es ser capaces de dar herramientas o directrices para que todos los legisladores a nivel nacional e internacional tengan herramientas y datos para regular y crear directivas para que todos los barcos produzcan la menor cantidad de ruido y vibraciones posible”, señala la investigadora del LAB.

La colaboración y la suma de acciones de diferentes agentes es fundamental para frenar el ruido antropogénico en los ecosistemas marinos. De hecho, a las conclusiones que se extraigan de esta investigación se suman también otras como las del European Maritime Transport Environmental Report 2025, que concluye entre otros aspectos que los buques para el transporte de carga a granel (líquido y sólido) son las embarcaciones que más contribuyen al ruido submarino. 

Y, en este objetivo final, también tienen mucho que decir los puertos:

  • El de Cartagena, por ejemplo, está desarrollando el proyecto LIFE PortSounds, que busca también reducir el impacto del ruido submarino generado por el tráfico de embarcaciones gracias a tareas de monitoreo, al mapeo de la presencia de cetáceos en la zona y al desarrollo de herramientas para reducir el nivel de ruido. 

“Solo implicar a todos los agentes va a hacer posible realizar cambios en los barcos, bajar el nivel de ruido y por tanto mejorar los ecosistemas”, concluye Solé. “Porque esto no afecta solo a una especie, sino al depredador que come esta especie y al siguiente eslabón de la cadena, por lo que todo el sistema queda afectado. Es fundamental encontrar soluciones”.