Sentinel, la evolución de los satélites
La constelación de satélites Sentinel del Programa Copérnico liderado por la Comisión Europea y en colaboración con la Agencia Espacial Europea ha revolucionado la manera en la que las agencias públicas recolectan datos. Antes de la puesta en órbita del Sentinel-1 en 2014, satélites como el Envisat, de ocho toneladas de peso y equipado con sensores para medir la atmósfera, los océanos, el suelo y el hielo, ha sido sustituido por satélites especializados en observar fenómenos concretos para ganar en la cantidad y calidad de la información obtenida.
El Sentinel-2, por ejemplo, se diseñó para monitorizar la superficie de la Tierra y el más reciente, Sentinel-6 (también conocido como Jason-CS), para medir las consecuencias que producen los cambios en el nivel del mar.
“Cada satélite Sentinel cuenta con sensores específicos que recolectan unos datos que han crecido en volumen y en complejidad. Una vez procesados facilitan una aplicación operativa que antes solo era posible con satélites comerciales privados. Ahora, estos datos son de dominio público y están contribuyendo a una mayor investigación y conocimiento”, explica a PierNext Laia Romero, directora de operaciones de isardSAT y directora de Lobelia Earth.
Satélites también contra el cambio climático
Además de especializarse, los satélites han ampliado su rango para obtener otras variables como la concentración de diferentes gases en la atmósfera. “Hace doce años no existían satélites que midieran la concentración de gases de efecto invernadero en el aire. Esto sin embargo cambió en 2009 con el lanzamiento del satélite GOSAT, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial”, recuerda Oleg Demidov, CEO de CarbonSpace, una plataforma satelital para la observación de la huella de carbono.
Esta start-up fusiona datos obtenidos de satélites de diferentes agencias internacionales con aquellos recolectados por sensores terrestres. La combinación de diversas fuentes, modelos matemáticos y de Inteligencia Artificial permite estimar la huella de carbono de diferentes áreas terrestres, desde campos y bosques hasta ciudades, regiones y países.

La utilidad de los satélites oceanográficos
Utilizar satélites para cartografiar el nivel de la superficie del mar está más justificado por la dificultad de fijar sensores que puedan permanecer inmóviles en la superficie. El cielo también ofrece su cobertura total, especialmente la tecnología radar que atraviesa las nubes para, por ejemplo, identificar plásticos en el mar.
“Con los satélites obtenemos una foto de la realidad, una observación neutral de lo que está sucediendo y nos permite, por ejemplo, a nivel climático, estudiar la subida del nivel del mar. Esta observación genera conjuntos de datos muy amplios sobre lo que está sucediendo y a partir de aquí realizar previsiones o estudiar posibles riesgos”, afirma Romero.
La participación de la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (EUMETSAT) en Sentinel-6/ Jason-CS permite poner a disposición de Puertos del Estado datos como la altura de las olas y la velocidad del viento, que permite realizar predicciones oceánicas a tiempo real para la gestión sostenible del litoral, medio ambiente o la seguridad marina.
