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Guerra comercial global: ¿el fin de 70 años de libre comercio?

Los anuncios de aranceles y tensiones comerciales que han anunciado la toma de posesión de Trump se intensifican globalmente. China responde a las restricciones estadounidenses en chips y vehículos eléctricos prohibiendo la exportación de materiales estratégicos mientras la UE impone sus propias barreras. Esta guerra comercial está desmantelando décadas de acuerdos internacionales, afectando especialmente al sector automotriz y tecnológico y comportará la creación de nuevas rutas marítimas

Publicado el 16.01.2025

Jordi Torrent es el Director de Estrategia del Port de Barcelona.

La amenaza de aranceles que se han anunciado ante el nuevo mandato de Trump ha obligado a las empresas a adelantar pedidos o buscar nuevos proveedores. El impacto a largo plazo está por ver. (FP).

Los anuncios sobre aranceles y acuerdos comerciales se suceden en unas últimas semanas de vértigo en medio de un clima político mundial explosivo. Con la inminente toma de posesión de Donald Trump, el último anuncio chino que prohibió la exportación a los EE. .UU de galio, germanio y antimonio (productos clave para las industrias militar y electrónica) es un aviso a navegantes.

China no se quedará de brazos cruzados ante la guerra comercial con la que el próximo presidente de los EE. UU. amenaza al mundo.

La medida es una respuesta a las decisiones americanas recientes de restringir las exportaciones a China de chips y la imposición de aranceles del 100% a los vehículos eléctricos chinos. En la UE, los aranceles a la importación de vehículos eléctricos chinos que se han impuesto recientemente son más modestos, alcanzando un máximo de poca más del 30%.

No es la primera vez que el gigante asiático limita la exportación de productos estratégicos. Ya hizo algo parecido hace una década con el molibdeno y las tierras raras. China entonces justificó las restricciones en base al artículo del GATT que permite hacer excepciones para conservar recursos naturales agotables. La decisión fue impugnada ante la OMC por EEUU, la UE y México, y el organismo multilateral acabó dándoles la razón. China actuó conforme a la decisión y hizo marcha atrás. Diez años más tarde de aquellas medidas, EE. .UU, la UE y China ya no actúan de la misma forma.

China no se quedará de brazos cruzados ante la guerra comercial con la que el nuevo presidente de los EE. UU. amenaza al mundo. ¿Y la UE? Una guerra comercial abierta no parece muy buena política para la UE.

Medidas arancelarias contrarias al espíritu de la OMC

Las medidas arancelarias adoptadas y las nuevas en camino, son claramente contrarias al espíritu y el texto de los acuerdos de la OMC, pese a que muchas de estas medidas se acompañan de explicaciones que pretenden justificarlas, en base a excepciones previstas por el derecho económico internacional. Pero ya nadie pretende engañar a nadie y es perfectamente consciente de lo que está ocurriendo. La creciente guerra comercial está derribando poco a poco el edificio del derecho económico comercial arduamente construido los últimos 70 años.

Mientras todo esto ocurre, BYD ha desplegado en calles, redes sociales y eventos deportivos de toda la UE una enorme campaña de marketing. El desembarco en Europa de la marca eléctrica china más potente coincide con las crisis abiertas en Stellantis y Volkswagen, incapaces de competir globalmente con los coches japoneses, coreanos y ahora chinos.

La batalla en el segmento de los vehículos eléctricos entre Tesla y las marcas chinas es sólo un ejemplo de la lucha por liderar el mercado global entre marcas occidentales y asiáticas que se produce en otros sectores de los que los europeos van desapareciendo. Tik tok frente a las redes sociales americanas, Aliexpress frente a Amazon, Shein frente a Inditex o Primark, y Samsung contra Apple son algunos ejemplos.

Los aranceles directos que EE. UU. planea contra China y los directos e indirectos (en forma de medidas medioambientales) de la UE, para proteger nuestra escasa industria e intentar recuperar manufactura, serán replicados inmediatamente por China y otros países asiáticos. Corea y la India ya han tomado medidas en este sentido. Una guerra comercial abierta no parece muy buena política para la UE.

Los aranceles directos que EE. UU. planean contra China y los directos e indirectos de la UE para proteger a nuestra escasa industria e intentar recuperar manufactura, serán replicados inmediatamente por China y otros países asiáticos (FP).

¿Guerra comercial abierta? No es muy buena política para la UE

Los mercados asiáticos son imprescindibles para las escasas empresas europeas que compiten globalmente por lo que su cierre a nuestros productos puede conllevar consecuencias nefastas. Si además tenemos mayores dificultades para acceder a sus materias primas (metales, tierras raras, minerales, etc.), la transición energética será todavía más dolorosa y la reindustrialización una quimera.

La conclusión de las negociaciones para el acuerdo comercial UE-Mercosur entre la Comisión Europea (CE) y los países miembros de Mercosur, parece ser la otra cara de la moneda. Sin embargo, pese a toda la pompa con la que se ha publicitado la noticia, lo sucedido no es muy distinto a lo ocurrido hace cinco años, en junio del 2019, cuando Sandra Gallina en nombre también de la CE, celebró haber concluido unas negociaciones similares con el Mercosur. Como es obvio ahora, dichas negociaciones no culminaron en la firma ni ratificación de tratado alguno de liberalización comercial entre ambos bloques.

Es importante señalar que la Comisión Europea no ha firmado nada que vincule a la Unión Europea y sus estados miembros, puesto que no tiene este poder. Lo que ha hecho es concluir unas negociaciones. El proceso de aprobación del texto será largo y tortuoso y deberá pasar necesariamente por Parlamento y Consejo (a expensas de conocer el texto final completo, ya que solo han trascendido parte del mismo y saber, también, si debe ser ratificado internamente por los estados miembros mediante los procedimientos legislativos nacionales que correspondan).

La previsible oposición a la firma del acuerdo por parte del sector agrícola europeo hace poco probable su firma a corto plazo, más si cabe, teniendo en cuenta la inestable situación política europea.

Con sólo la amenaza de creación de aranceles, Trump ha obligado a algunas compañías a adelantar los pedidos. Otras están buscando nuevos proveedores o renegociando condiciones (FP).

Movimientos de las empresas ante las amenazas de Trump

Lo cierto es que las empresas no han esperado a la toma de posesión del nuevo presidente americano para tomar medidas ante el nuevo escenario. Sólo la amenaza de creación de aranceles ampliamente publicitada por Trump ha obligado a algunas compañías a adelantar sus pedidos. Otras están buscando nuevos proveedores o renegociando condiciones. En cualquier caso, estamos hablando de un incremento de los costes. Aumento de estocs, pedidos urgentes, nuevos proveedores más caros, desarrollo de nuevas cadenas logísticas…

Pero todas estas medidas son las decisiones que se toman para paliar la guerra comercial a corto plazo.

El impacto a largo plazo está por ver, pero las empresas americanas, probablemente tenderán a buscar nuevos socios comerciales fuera de las declaraciones iniciales de Trump. China por su parte podría redirigir también sus importaciones hacia otros países para obtener las materias primas que necesita, especialmente en África, América Latina, Rusia, Vietnam, India o países centro-asiáticos

Los cambios comerciales previsiblemente perjudicarían la ruta Transpacífica y la ruta Asia-Europa, mientras que las rutas Intraasiáticas y las conexiones entre Asia y África pueden ser las más favorecidas (FP).

Cambios comerciales que generan nuevas rutas marítimas

Estos cambios generarían nuevas rutas marítimas, modificando los patrones establecidos durante las últimas décadas. Previsiblemente la ruta Transpacífica y la ruta Asia-Europa serán las más perjudicadas, mientras que las rutas Intra-asiáticas y la conexiones entre Asia y África pueden ser las más favorecidas.

A nivel logístico, los efectos ya se están notando. Los puertos de la costa Oeste de los Estados Unidos (Los Ángeles y Long Beach), han incrementado sus importaciones durante los últimos meses de 2024 como consecuencia del avance de los pedidos. Previsiblemente esto se mantendrá los primeros meses de 2025 para luego disminuir significativamente.

Y en Europa, los miedos de sectores económicos (agricultores, fabricantes de coches, etc.) a nuevos acuerdos de liberalización comercial son una muestra más del temor reciente que la competencia global provoca en la UE y los EEUU, los antiguos adalides del libre comercio y de la eliminación de barreras arancelarias.

Las vueltas que da la vida.