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Qué pueden hacer los puertos para frenar la expansión de las especies exóticas invasoras

Las especies invasoras marinas encuentran su vía de expansión a través del transporte marítimo o las infraestructuras, como el canal de Suez. Pero las embarcaciones y los puertos también pueden jugar un papel relevante para poner freno a este problema.

Publicado el 08.02.2024
El pez león (Pterois miles) se considera la especie más dañina para el ecosistema del Mediterráneo (FP).

¿Qué son las especies exóticas invasoras?

Las costas de todo el mundo son hoy muy diferentes a como lo eran hace unas décadas. En la superficie, nuevas infraestructuras y embarcaciones más modernas cambian los paisajes de las playas y los puertos. Y, aunque no podamos verlo, bajo las aguas la situación también es muy diferente.

Diversas consecuencias de la globalización han propiciado que algunas especies sean introducidas en ecosistemas ajenos a los suyos de forma artificial, accidental o intencionada. Pasado un tiempo, algunas de estas especies consiguen adaptarse al medio y colonizarlo. Se convierten así en lo que conocemos como especies exóticas invasoras. 

“En los mares hay numerosos ejemplos”, explica Xavier Turon, profesor de Investigación en el Centre d'Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC). “Uno de ellos es el cangrejo Eriocher sinensis, cuyo ciclo vital incluye aguas dulces y marinas y que ha invadido Europa y Norteamérica desde su zona nativa en Asia. Otro es el alga asiática Undaria pinnatifida, originaria del Pacífico, que se ha establecido en regiones templadas de todo el mundo”. 

 

El alga asiática Undaria pinnatifida, originaria del Pacífico, que se ha establecido en regiones templadas de todo el mundo (CSIRO, CC)

 

En el Mediterráneo, encontramos casos en algas, peces, medusas o cangrejos, entre otros. Un ejemplo es el del pez león (Pterois miles), que ha entrado en el Mediterráneo oriental a través del Canal de Suez y se va expandiendo, de forma que se han encontrado ya ejemplares en el Mediterráneo occidental. Es una especie muy vistosa pero también muy voraz, que puede alterar profundamente las poblaciones de peces autóctonas.

“Con más de 1000 especies reconocidas como introducidas en el Mediterráneo, hay donde elegir para encontrar impactos tanto ecológicos como socioeconómicos”, explica Turon. De acuerdo con el ‘Informe de la evaluación sobre las especies exóticas invasoras y su control', elaborado por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), las especies exóticas invasoras suponen una grave amenaza para la naturaleza, la economía, la seguridad alimentaria y la salud humana.

Constituyen uno de los cinco principales impulsores de la pérdida de biodiversidad y juegan un papel importante en el 60 % de las extinciones mundiales de plantas y animales. Tal y como explican desde la ONG WWF, esto se debe a que algunas especies nativas, al no haber evolucionado en contacto con estas nuevas especies, no pueden competir con ellas. Son desplazadas y, en el peor de los casos, mueren y se extinguen. 

A nivel económico, se estima que el coste de estas especies tanto terrestres como acuáticas generó un gasto de más de 400 000 millones de dólares en 2019. La cifra se ha cuadruplicado cada década desde 1970. Esto es así porque afectan a los cultivos, las pesquerías o incluso las estructuras artificiales, como los buques o las centrales de energía.

Poner solución a este problema es complicado, pero las principales vías para afrontarlo pasan por prestar atención a las causas que favorecen su propagación.

El cangrejo azul (Callinectes sapidus) ha llegado a las costas españolas en las aguas de lastre de los mercantes (FP).

La expansión por los océanos

La llegada de una especie foránea puede darse de diferentes modos, tanto accidentales (por ejemplo, a través del transporte), como intencionales (para servir a actividades como la pesca o la piscicultura). Podemos encontrar ambos casos en los ecosistemas marinos y, más concretamente, en los del mar Mediterráneo.

“En el caso del Mediterráneo, durante siglos han entrado especies invasoras con el tráfico marítimo por el Estrecho de Gibraltar”, explica Turon. Estas especies viajan adheridas al casco de los barcos o están presentes en el agua de lastre, por ejemplo. “Se trata del factor más antiguo; hay especies que llevan literalmente siglos siendo transportadas. Muchas están naturalizadas y forman parte de la fauna que encontramos en puertos y ambientes antropizados”, explica Turon. 

“Otra vía de entrada está ligada al cultivo de bivalvos: junto a los juveniles procedentes de otras áreas llegan especies nuevas, cuando no es el propio bivalvo cultivado el introducido, como pasa con la ostra japonesa Magallana gigas”, continúa Turon. 

En épocas más recientes, señala el profesor, se ha dado un incremento alarmante de especies invasoras que entran desde el mar Rojo a través del canal de Suez. “La ampliación del canal en 2015 eliminó las barreras naturales de alta salinidad que existían en la configuración antigua, permitiendo que muchas especies de afinidades tropicales crucen fácilmente hacia el Mediterráneo. Estas especies, adaptadas a ambientes de gran biodiversidad del Mar Rojo, son formidables competidoras en el Mediterráneo”, explica Turon.

A todo esto se suman las consecuencias del cambio climático, que en el Mediterráneo ha dado lugar al proceso conocido como tropicalización. El aumento de la temperatura del agua favorece que especies de ambientes cálidos puedan entrar y encontrar condiciones cada vez más favorables.

El pez conejo es una especie de origen tropical que ha invadido el Mediterráneo desde el Mar Rojo a través del Canal de Suez y es toda una amenaza ecológica (CC).

Espacio para las soluciones

Una vez se ha producido el establecimiento de una especie invasora, es casi imposible parar el proceso. “No conozco ejemplos exitosos de erradicación de especies marinas una vez están establecidas. La única baza que tenemos es la detección precoz, prácticamente en el momento de la llegada, lo que es extremadamente difícil. Pasado este punto hay que pensar en medidas de contención y mitigación, porque la erradicación es poco realista”, explica Turon.

Existen medidas proactivas eficientes, como los escaneos de horizonte u horizon scanning. A través de estos escaneos se identifican potenciales especies invasoras que aún no han llegado, pero cuyas características y cuya historia de introducción muestran que pueden llegar a ser peligrosas en un área determinada. “Las especies candidatas pueden ser objeto de atención especial”, sostiene Turon.

En lo referente a las medidas de mitigación, está el aprovechamiento como recurso, por ejemplo. Es decir, la utilización de estas especies como alimento (sería el caso del cangrejo azul, el pez conejo o el pez león) o como materia prima en sectores como el biotecnológico (categoría en la que entrarían algunas algas). 

Muchas especies invasoras viajan "de polizonte" en los cascos de los buques (IPBES)

El papel de los puertos y las infraestructuras marítimas

Las infraestructuras también pueden jugar un papel relevante en este proceso de prevención y control. “En el caso concreto del canal de Suez, sería efectivo restablecer barreras salinas, para que las especies encuentren una barrera efectiva a su dispersión”, ejemplifica Turon.

Los puertos, añade, pueden colaborar estableciendo programas de inspección y seguimiento (para evitar que la especie recién llegada pueda extenderse a comunidades naturales cercanas) o actividades de educación y concienciación dirigidas a los sectores implicados y a la sociedad en general. También tienen la capacidad de intercambiar información con otros puertos, tanto a nivel local como internacional, para advertir de la presencia de una especie peligrosa en algún punto. 

Por último, se debe verificar que las embarcaciones cumplen las regulaciones exigidas para la gestión de aguas de lastre. “En caso de sacar del agua una embarcación para su limpieza, deben eliminarse los residuos biológicos evitando que vuelvan al agua”, recuerda el profesor del CEAB-CSIC.

En la actualidad, algunos puertos colaboran en proyectos que buscan frenar el impacto de las especies exóticas invasoras en los mares. Un ejemplo es el del puerto de Blanes. “En nuestro equipo en el CEAB-CSIC llevamos tiempo cinco años ininterrumpidos analizando de forma mensual el ADN ambiental del agua del puerto de Blanes”, explica Turon. 

“Este análisis supone un mecanismo efectivo para detectar especies invasoras de forma temprana y también para establecer ciclos de abundancia y estacionalidad, lo que puede tener aplicaciones importantes. Por ejemplo, poner los juveniles de mejillones u ostras para cultivos un mes antes o un mes después puede evitar el asentamiento de alguna especie invasora sobre los bivalvos”, expone. 

 

Existen también proyectos de ciencia ciudadana, como Observadores del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este permite colaborar con buceadores y naturalistas aficionados para observar peces y algas exóticas que pueden ser invasivas y evitar su propagación mientras todavía es posible. 

Otro ejemplo de detección temprana de especies invasoras  la tenemos en la iniciativa Oasis de Ocean Ecostructures. Ofrece una solución que combina tecnología regenerativa de biodiversidad (BioBoosting System – BBS) y tecnología de captación de datos a través de drones submarinos (USVs) sensorizados e inteligencia artificial para analizar el desarrollo de esta biodiversidad.

El sistema BBS de creación de microarrecifes está formado por una estructura en 3 capas de materiales naturales que imitan la naturaleza: una para la atracción de microfauna (larvas, esporas, gametos y vida microscópica), otra para atraer macroorganismos (juveniles de peces y crustáceos) y una tercera capa de fijación de vida. 

Este proyecto, que tiene financiación del Fondo Ports 4.0, se está implantando en varias localizaciones en el Port de Barcelona. Aunque el objetivo del proyecto es la regeneración de la diversidad marina, la monitorización constante de los microarrecifes permite detectar de forma temprana la aparición de especies invasoras, que tienen mayor facilidad para fijarse a estos substratos.