Temas

A

Buscar

Drones aéreos en la gestión portuaria: ¿herramienta efectiva o riesgo innecesario?

¿Serán los drones aéreos una herramienta para incorporar en los Smart Ports? Aunque esta tecnología plantea interesantes ventajas en materia de supervisión de instalaciones y vigilancia, también genera importantes retos en seguridad. En PierNext, nos preguntamos qué aplicaciones son las más comunes en la actualidad y cuáles son las posibilidades de su uso en los puertos.

Publicado el 10.01.2019
Los usos de la tecnología dron en la gestión portuaria están todavía en fase de ensayo. [Imagen de Aaron Burden]

Los drones, vehículos aéreos no tripulados de tamaño y características distintas, se han popularizado, en los últimos años, en aplicaciones lúdicas, así como en el entorno audiovisual. Sin embargo, estos pequeños aviones y multicópteros también permiten obtener datos de distinta naturaleza en lugares de difícil acceso. Esa capacidad se traduce en infinidad de aplicaciones.

Jordi Santacana es uno de los mayores expertos en estos dispositivos en nuestro país. “Un dron es un vehículo que deja a su piloto en el suelo. A partir de ahí, eso permite disponer de un aparato más pequeño, ligero y económico. Y que puede realizar un sinfín de acciones sin poner en riesgo a su piloto”, cuenta Santacana desde BCN Drone Center, la “especie de circuito de pruebas” para estos vehículos que él mismo dirige.

Santacana describe los dos tipos de drones más comunes. Por un lado, encontramos los drones de ala fija (con la forma de un avión convencional) y, por otro, los multicópteros. Estos últimos tienen mayor capacidad de maniobrar en espacios reducidos, así como detenerse durante el vuelo. Los primeros, en cambio, aportan gran autonomía. Eso sí, lo importante en un dron no es tanto el vehículo como la información que capta mediante los sensores que se le incorporan. “La característica más importante del dron es que nos permite captar datos ágilmente o en lugares donde las personas no pueden acceder”, puntualiza Santacana.

Los drones, eficientes ‘transportadores’ de sensores

Son esos datos, precisamente, lo que más interesa a la hora de pensar  en aplicaciones menos lúdicas. Santacana destaca los que recogen cámaras convencionales y los de otros sensores capaces de “ver más allá del ojo humano”, desde cámaras infrarrojas y termografía (capta la temperatura de los objetos a distancia), pero también temperaturas, humedad o presencia de contaminantes o micropartículas en el aire.

Esta cualidad de taxis de sensores es lo que les hace especialmente interesantes en el ámbito de las infraestructuras industriales o energéticas, que han abrazado esta tecnología para conseguir inspecciones más precisas y seguras. Esa es la labor que realizan, por ejemplo, en MDrone, una empresa que ofrece servicios técnicos basados en el uso de drones para la captación de datos. Así, uno de los encargos más habituales es la inspección de las torres de alta tensión. “La forma tradicional de la inspección de las torres de alta tensión, por ejemplo, era mediante el acceso de un operario, se cortaba la línea y realizaba una inspección ocular”, nos cuenta Marcel Robustier, cofundador y CEO de MDrone. “Ahora no es imprescindible el corte de energía y el operario se queda en el suelo, para mayor seguridad”. Y es que para Robustier esta tecnología no viene a sustituir a las personas: “Al contrario, complementa su labor, la hace más eficiente y segura. Pero su experiencia sigue siendo crucial”.

Esta cualidad de los drones de ser taxis de sensores es lo que les hace especialmente interesantes en el ámbito de las infraestructuras industriales o energéticas, que han abrazado esta tecnología para conseguir inspecciones más precisas y seguras.

La inspección de instalaciones industriales, el uso más común

MDrone, a lo largo de sus cinco años de trayectoria, se ha especializado “en el control y supervisión de grandes instalaciones eléctricas, redes de alta y media tensión, así como torres de comunicación o viaductos”. En la mayoría de los casos, se utiliza una cámara de vídeo convencional junto con una termográfica (que capta la radiación infrarroja de los objetos, con lo que puede determinar temperaturas a gran distancia). “Así podemos captar puntos calientes, es decir, detectar averías y anomalías que no son visibles para el ojo humano”, desarrolla Robustier.

Si alguien sabe de termografía es Aniol Ribot, que, junto a su equipo de Apliter, son expertos en esta tecnología, que en la mayoría de los proyectos se utiliza montada en drones. “Se trata de una técnica que nos permite captar instantáneas de las temperaturas de un determinado entorno. Eso lo convierte en un medio interesante para la gestión y la vigilancia de áreas donde los cambios de temperatura pueden señalar riesgos”. Así, se utilizan drones con cámaras termográficas “para el rescate de personas perdidas en la montaña o náufragos en el mar, por ejemplo. Al tratarse de equipos rápidos y ágiles, pueden ayudar en situaciones de riesgo, donde está en juego la vida de las personas”, cuenta Ribot. Aunque la especialidad de Apliter son también las aplicaciones ligadas a la industria, “como la revisión de instalaciones, eléctricas, de gas, de calor o frío”. Además de esas inspecciones, en Hemav también añaden a sus drones cámaras multiespectrales, que, además de captar el espectro visible al ojo humano, también capta el espectro infrarrojo e infrarrojo cercano. “Con esta información se puede colaborar en proyectos de agricultura de precisión, donde podemos dar recomendaciones de riego y abonado, o detectar la presencia de plagas en los cultivos. De hecho, con nuestros datos se pueden hacer modelos predictivos de la cosecha que se va a obtener”, nos explica Javier Muñoz, Data Processing Manager de la compañía.

La termografía es una técnica que permite captar instantáneas de las temperaturas de un determinado entorno. Eso lo convierte en un medio interesante para la gestión y la vigilancia de áreas donde los cambios de temperatura pueden señalar riesgos.

Los drones podrían utilizarse para la revisión de grandes instalaciones en los puertos [Imagen de James Strong]

Pero ¿podrían utilizarse en la gestión portuaria?

Muñoz es el primero en responder a la pregunta porque, de hecho, habla desde la experiencia. Él mismo –aunque no con su equipo actual de Hemav– colaboró en la realización de la ortofotografía del Port de Barcelona, que, además de espectacular, sirvió como base para el mapa guía que se usa actualmente. Y, precisamente por conocer la zona, Muñoz hace un primer diagnóstico. “Los puertos, no solo el de Barcelona, plantean muchos conflictos por su situación, junto a una ciudad y, a menudo, cercanos al aeropuerto”. El marco regulatorio actual, con fecha de diciembre de 2017 y actualizaciones recientes, aunque abre las puertas a nuevos usos limitados hasta el momento (tales como vuelos nocturnos, sobre entornos urbanos, aglomeraciones de personas o espacios aéreo portuarios), exige una autorización específica para cada una de estas actuaciones, y la respuesta de la Administración por el momento ha sido lenta y a menudo negativa, según los entrevistados. “Desde Hemav hemos hecho algunas propuestas, como la posibilidad de estudiar el desplazamiento de los bloques de hormigón en los diques. Con un dron y un modelo de alta densidad, sería relativamente sencillo llevarlo a cabo. Sin embargo, está en la zona donde entran todos los aviones al aeropuerto. Aunque la altura de vuelo está regulada en un máximo de 120 metros y los aviones vuelan bastante más alto, por el momento no se puede hacer”, explica Muñoz.

Por su parte, Aniol Ribot recomienda el uso de la termografía para el control y la posible gestión de los escapes de gas. “Este se realizaría con unas cámaras especiales, llamadas Gas Find IR. Se podría tener un control de las instalaciones o bien detectar una fuga de manera segura y precisa, sobre todo en grandes tanques de almacenamiento, como los que encontraríamos en un puerto. La vigilancia perimetral también podría realizarse con una cámara termográfica convencional”. Por su parte, Muñoz también apuesta por “un control de contenedores mediante drones. El dron podría volar sobre la zona de contenedores cada ocho horas, con lo que podríamos saber de forma instantánea el movimiento real de contenedores a diario. Sería un movimiento recurrente que podría incluso automatizarse”, continúa. “De hecho, las posibilidades resultan casi infinitas, pero las restricciones legales son muy grandes, de momento”, se lamenta este profesional.

Por ahora, en Estados Unidos se está desarrollando un sistema basado en drones para la entrega de piezas de repuesto a barcos situados en lugares remotos. Esta es la experiencia pionera de la empresa Wilhelmsen Ships Service, que opera en más de 2.200 puertos de 125 países y que, de momento, se trata de una prueba piloto. El puerto de Singapur, por su parte, ha puesto en marcha un sistema similar para la entrega de pequeñas cargas. La autoridad portuaria de Abu Dhabi aplica ya esta tecnología en el puerto de Khalifa, como parte de su dispositivo de seguridad. En Europa, por ahora, se han valorado más los riesgos que las oportunidades. Es el caso del puerto de Rotterdam, donde se han impuesto reglas estrictas en cuanto el uso de drones para evitar “los usos menos amables” asociados a esta tecnología, como el espionaje o la vigilancia de actividades criminales, según recoge un artículo reciente de la revista Port Technology.

Y es que, a la vista de los incidentes que se produjeron recientemente en el aeropuerto de Gatwick, resulta evidente que las posibilidades de aplicación y el mantenimiento de la seguridad más elemental entran en conflicto cuando hablamos de drones y transporte de mercancías y personas. Quizá por esas razones, en todos los países las aplicaciones de drones en la gestión portuaria también se desarrollan con cierta lentitud. Al menos hasta el momento.