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Los colores de la innovación portuaria

Océano rojo y océano azul son dos estrategias de crecimiento empresarial que conviven en el mundo de los negocios y que también se pueden aplicar a la innovación corporativa. La estrategia de océano rojo tiene un enfoque más tradicional, relacionado con la mejora continua y el kaizen japonés, mientras que la de océano azul presenta un enfoque más disruptivo y rompedor. Pero, ¿son estos los únicos colores con los que podemos pintar nuestra innovación?

Publicado el 28.02.2024

Carles Rúa es Jefe de Innovación del Port de Barcelona y Director del Máster Executive en Supply Chain Management de la UPC.

El término "océano azul" se refiere al desarrollo de nuevos mercados todavía sin explorar, lo que permite crear una demanda nueva en lugar de disputar la existente con los competidores. Cuando usamos el término “océano rojo" hacemos referencia a mercados existentes con una fuerte competencia (FP).

Océano azul vs océano rojo

Cuando usamos el término "océano azul" nos referimos al desarrollo de nuevos mercados todavía sin explorar, lo que nos permite crear una demanda nueva en lugar de disputar la existente con nuestros competidores, facilitando el crecimiento y proporcionando beneficios a las empresas. Se trata de cocinar un nuevo pastel en lugar de pelearse por los restos y migajas del que ya nos hemos comido entre todos.

La Estrategia del océano azul es un esquema estratégico empresarial presentado por W. Chan Kim y Renée Mauborgne en 2005 en su libro Estrategia del Océano Azul: Cómo crear un espacio de mercado indiscutible y hacer que la competencia sea irrelevante

En contraposición, cuando usamos el término “océano rojo" hacemos referencia a mercados existentes con una fuerte competencia donde destacar o diferenciarse resulta complicado. En un océano rojo las empresas compiten ferozmente entre sí por una porción de mercado limitada, lo que reduce los márgenes de beneficio de todas ellas.

La denominada innovación azul es de alto riesgo, disruptiva, está asociada a la reingeniería o al desarrollo de nuevos modelos de negocio, que por lo general requiere de fuertes inversiones (FP/IA)

Innovación azul vs. innovación roja

Cuando aplicamos estas dos estrategias a la innovación nos encontramos, por un lado, con la denominada innovación azul, de alto riesgo, disruptiva, asociada a la reingeniería o al desarrollo de nuevos modelos de negocio, que por lo general requiere de fuertes inversiones, pero que genera nuevos mercados o segmentos de mercado, previamente no identificados. A pesar de que tienen un alto riesgo, si acertamos con la apuesta, los retornos son superiores: puesto que el mercado es nuevo, lo afrontaremos en una situación de monopolio, aunque sólo sea de forma temporal.

Por el otro lado, nos encontramos con la denominada innovación roja, conservadora, que financia proyectos de bajo riesgo esperando obtener retornos incrementales, basados en la mejora continua, que nos permiten adaptarnos a los cambios graduales de la demanda y reducir costes en nuestros mercados más tradicionales, pero de la cual es difícil esperar grandes retornos más allá de mantener o mejorar ligeramente nuestra posición competitiva.

La innovación roja es conservadora, financia proyectos de bajo riesgo esperando obtener retornos incrementales, basados en la mejora continua (FP/IA).

Matriz retorno-riesgo según el color de la innovación

Este planteamiento da pie a construir una matriz con el retorno en un eje y el riesgo en el otro, de manera que podemos hablar de innovación azul cuando estamos desarrollando iniciativas de alto riesgo, pero también de alto retorno, mientras que hablamos de innovación roja cuando planteamos iniciativas de bajo riesgo y a la vez, de bajo retorno. 

Los otros dos cuadrantes, bajo riesgo y alto retorno y alto riesgo y bajo retorno, pueden parecer, el primero, ingenuo (como va a ser posible obtener altos retornos con inversiones reducidas) y el segundo, absurdo (qué sentido tiene hacer grandes inversiones para no obtener retorno). Pero Xavier Ferràs, profesor de ESADE o Joaquín Coello, expresidente del Port de Barcelona, entre otros autores, consideran que existen espacios para estos tipos de innovación.



Innovación dorada vs innovación blanca

La zona de bajo riesgo y altos retornos es lo que denominamos innovación dorada. Es la situación ideal que desearíamos para nuestras iniciativas de innovación: con poca inversión, obtenemos importantes beneficios. Hoy en día es posible gracias a la nueva economía digital, que permite el desarrollo de forma rápida de aplicaciones que pueden llegar a un número ingente de clientes potenciales.

El problema de esta zona es que tiene pocas barreras de entrada (recordemos, es de bajo riesgo) y, por tanto, si realmente se vislumbran retornos significativos, rápidamente se llenará de competidores. Así que se trata de un cuadrante inestable, que rápidamente evolucionará hacia el océano rojo por la rápida entrada de nuevos competidores o, si tenemos suerte y capturamos una buena parte del mercado antes de que llegue la competencia y creamos las barreras oportunas, podríamos evolucionar hacia el océano azul, aunque esto último sólo sucederá en contadas ocasiones.

El último cuadrante es el de la denominada innovación blanca, alto riesgo y bajo retorno. Parece un sinsentido, pero se da mucho más de lo que pueda parecer. Se trata de la investigación básica o fundamental, cercana a la ciencia, la que se realiza en universidades, laboratorios y centros de investigación y desarrollo, que requieren de fuertes inversiones y un largo plazo para materializar los beneficios, si es que se llegan a producir.

Salvo en algunos sectores específicos, por ejemplo, el farmacéutico o el espacial, en los que se dedican fuertes sumas a la investigación a largo plazo, la innovación blanca está asociada a financiación pública o público-privada. En general, los grandes desarrollos de la humanidad nacen aquí, como la biotecnología, internet o la tecnología aeroespacial, aunque luego evolucionan al rojo o al azul, en función de si la nueva tecnología tiene pocas o muchas barreras de entrada.

La innovación blanca es de alto riesgo y bajo retorno. Parece un sinsentido, pero se da mucho más de lo que pueda parecer. Se trata de la investigación básica o fundamental, cercana a la ciencia (FP/IA).

A los puertos les gusta el rojo

Los puertos y, muy especialmente, las autoridades portuarias tienen, en general, aversión al riesgo. Ello hace que se muevan en la parte izquierda del gráfico, actuando en un océano rojo de innovación o, como mucho, en el efímero ámbito dorado. Diversas razones explican este comportamiento:

  • El sector marítimo portuario es un sector con fuertes barreras de entrada, dominado por grandes operadores y que precisa grandes inversiones en activos (terminales portuarias, buques, …)
  • El negocio marítimo es un negocio global en el que innovaciones “locales” no son fácilmente aceptadas por los grandes operadores del sector: ¿por qué invertir en adaptar la flota a una mejora válida en un puerto en concreto cuándo los buques escalan en multitud de puertos?
  • Aspectos regulatorios que obligan al sector a utilizar determinados procesos o tecnologías, aunque puedan existir mejores en el mercado. En general, adaptar la normativa, puesto que también debe hacerse a nivel internacional, requiere amplios consensos y mucho tiempo.

Existen numerosas administraciones públicas vinculadas con la actividad marítimo-portuaria (autoridades portuarias, capitanía marítima, aduana, organismos de inspección, …) que ya de por sí, por su carácter público, tiene limitaciones para realizar inversiones de riesgo.

Por ello, la innovación portuaria se desarrolla mayoritariamente en el océano rojo: es el caso de las mejoras tecnológicas que rápidamente son replicadas por otros puertos. 

La innovación portuaria se desarrolla mayoritariamente en el océano rojo: es el caso de las mejoras tecnológicas que rápidamente son replicadas por otros puertos (FP/IA).

Pongamos un ejemplo, en enero de 2019, el Port de Barcelona explicó en el marco del programa The Collider en el Pier01, uno de los hubs de innovación de referencia a nivel europeo, algunos de los retos tecnológicos que tenía el puerto. Entre los retos figuraba la necesidad de identificar los contenedores que entraban y salían en ferrocarril, teniendo en cuenta que la identificación debía hacerse mientras el tren se movía. 

Una start-up local, AllRead, dedicada al reconocimiento de imágenes por IA pero sin ningún conocimiento del sector portuario aceptó el reto. Al cabo de unos meses eran capaces de elaborar, mediante una cámara de videovigilancia normal, el mapa del tren, es decir, identificar cada vagón con los contenedores que llevaba encima, mientras el tren circulaba por la vía. 

Se trata de una mejora incremental: la solución mejora la gestión de la mercancía que entra y sale por ferrocarril, pero no representa un cambio realmente disruptivo en los modelos de negocio.

Es más, AllRead, obviamente, desea comercializar su producto y, por tanto, la tecnología se replica rápidamente en otros enclaves. Hoy en día, AllRead ha implantado versiones mejoradas de su sistema original en otros puertos como Algeciras, Belice, Bilbao, Leixoes, Puerto Coronel, Port Reunión o València, también en operadores y terminales ferroviarias e intermodales. Por ello, lo que realmente es una pequeña ventaja competitiva generada por una innovación, rápidamente es seguida por la competencia: océano rojo.

Las mejoras tecnológicas normalmente forman parte de la innovación roja, en tanto que una vez ha funcionado en un puerto, es fácil adquirirlas por parte de otros y, en caso de éxito, es muy posible que aparezcan nuevos proveedores de soluciones.

La invención del contenedor por Malcolm McLead en los años cincuenta es un claro ejemplo de innovación azul (FP/IA).

Estrategias azul marino en los puertos

A pesar de que son más extraños, existen ejemplos de océano azul en el sector portuario. Quizás el más significativo, no sólo a nivel sectorial sino en un ámbito global, es la propia invención del contenedor por Malcolm McLead en los años cincuenta, un claro ejemplo de innovación azul. 

McLean tuvo que hacer una fuerte inversión para desarrollar su iniciativa, convertirse en naviero y adaptar sus buques para, en 1956, realizar el primer transporte de carga contenerizada entre New York y Houston. Pero al hacerlo creó un segmento de mercado radicalmente nuevo y disruptivo que ha tenido un impacto económico mundial y que ha sido la base de la globalización de la economía.

Un ejemplo más reciente y más local puede ser el fondo de inversión español Ports 4.0, impulsado por Puertos del Estado, es un claro ejemplo. En efecto, se trata de un fondo de inversión público al que todas las autoridades portuarias del país aportan el 1% de su cifra de negocio, que luego se invierte en convocatorias competitivas de ideas, proyectos precomerciales y proyectos comerciales.

Este fondo ha financiado más de 120 ideas y proyectos desde su creación en 2020 y es un caso de éxito en financiación de la innovación portuaria. Hoy en día no tiene competencia en España y, de hecho, ha creado barreras de entrada: difícilmente se podrá desarrollar un fondo de inversión público si ya existe uno dotado económicamente a nivel estatal y con gran éxito de participación. 

Una de las ventajas de la innovación blanca es que establece espacios de colaboración entre agentes portuarios que, en otras circunstancias, competirían entre sí (FP/IA).

Innovación blanca en los Puertos

Podemos considerar las colaboraciones con las universidades realizadas por las empresas portuarias como innovación blanca. También la participación en proyectos subvencionados de programas europeos como pueden ser Horizon Europe. Una de las ventajas de la innovación blanca es que establece espacios de colaboración entre agentes portuarios que, en otras circunstancias, competirían entre sí.

Esta innovación blanca, en contraste con la roja, abre posibilidades de colaboración entre puertos o entre agentes portuarios que normalmente compiten entre sí. Proyectos del programa Horizon Europe como PIONEERS o MAGPIE o del programa Connecting Europe Facility como EALING están participados por numerosas autoridades portuarias.

Es mucho más difícil encontrar ejemplos de innovación dorada en el sector marítimo-portuario, porque se trata de un marco muy inestable que evolucionará rápidamente a rojo o, con suerte, a azul (FP/IA).

Innovación dorada en las autoridades portuarias

Es mucho más difícil encontrar ejemplos de innovación dorada, puesto que, como ya se ha dicho, se trata de un marco muy inestable que evolucionará rápidamente a rojo o, con suerte, a azul. Un posible caso, aunque cogido con pinzas, sería este propio blog de innovación, PierNext. Se creó en 2018 como un intento de difundir el conocimiento innovador portuario, aunque no se planteaba obtener un retorno económico por dicha difusión. Las expectativas eran de tener unos centenares de conexiones mensuales. En la práctica, hoy en día, con unos 8.000 accesos mensuales de promedio y con un impacto global, el éxito ha superado las mejores previsiones y no existen otras alternativas similares en nuestro entorno desarrolladas por otras autoridades portuarias.

Sin embargo, si se plantease como un negocio con retornos económicos, puesto que las barreras de entrada son ínfimas (elaborar un blog es algo muy simple), empezaríamos a competir en un océano rojo con multitud de iniciativas similares

En todo caso el sector marítimo portuario está bastante necesitado de innovación, así que más que centrarnos en un color en concreto, quizás debemos ampliar nuestra paleta de colores y desarrollar nuevos modelos que nos permitan avanzar a nivel tecnológico y de modelos de negocio.