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Impacto y sostenibilidad de los puertos urbanos

Los puertos, como punto de conexión de los territorios, nacen y conforman a su alrededor grandes ciudades, que ejercen, a su vez, de lugar de encuentro para la actividad social y económica de los habitantes y su entorno. Con la industrialización, este vínculo deja de ser tan evidente, y los puertos inician procesos de expansión que los separan del núcleo urbano. Estos procesos se consolidan con la globalización, donde el transporte de mercancías, y también la industria turística, toman pleno protagonismo, requiriéndose mayores extensiones y más especialización.

Publicado el 15.11.2018
Fotografía aérea de Barcelona donde se advierte la convivencia de distintas áreas del Port de Barcelona con la ciudad [Imagen de Benjamin Gremler]

Pese a esas transformaciones, son muchas las ciudades que no solo no renuncian a su carácter portuario, sino que lo ensalzan y potencian como parte de su identidad. Es el caso de capitales tan diversas como Barcelona, Ámsterdam, Rotterdam y Marsella, por citar algunos casos europeos, que han sabido integrar la actividad y el entorno portuario en la vida urbana de la ciudadanía. El puerto se considera tanto un motor de la actividad económica como un entorno para las actividades culturales o de ocio de sus ciudadanos. Eso sí, es un reto para los puertos urbanos encontrar el equilibrio entre unos y otros usos.

 

VENTAJAS Y COSTES DIRECTOS DE VIVIR EN UNA CIUDAD PORTUARIA

Los beneficios de un puerto están bien definidos: menores costes logísticos para empresas y consumidores, una mejor infraestructura local y regional y, cómo no, la generación de un gran número de puestos de trabajo directos e indirectos. En el caso de Barcelona, podría decirse que no existiría una metrópolis de cuatro millones y medio de personas si no existiese una instalación como el puerto que posibilitara que toda esta población estuviera arraigada a su territorio y pudiese trabajar de forma competitiva a escala global.

En ese sentido, disponer de una infraestructura como la del puerto es vital. “¿Qué pasaría con la población cuyo trabajo depende de esta industria portuaria?”, reflexiona Pedro Arellano, Adjunto a la Dirección General del Port de Barcelona. “Esos trabajadores tendrían que desplazarse a vivir a otro lugar o, por ejemplo, las fábricas de importantes clústeres (automoción, moda, farmacia, etc.) estarían en otras zonas geográficas. Para lograr que nuestra población continúe arraigada a este territorio, hay elementos muy diversos que están positivamente relacionados con la existencia de un puerto dimensionado y competitivo globalmente como es el de Barcelona."

El Port de Barcelona facilita que los ciudadanos puedan trabajar de forma competitiva a escala global pero también ayuda a que sientan arraigo por el territorio.

La inversión directa que supone un puerto está clara: el coste de una terminal, el de una vía férrea o una carretera, etc., pero ¿cómo se valoran los costes y beneficios de contar con infraestructuras globalmente competitivas? ¿Qué pasa con sus externalidades? ¿Qué impacto tiene la contaminación de estas infraestructuras críticas en la salud de las personas? ¿Qué alternativas vitales y de empleo deberían crearse para lograr que la población de esta metrópolis pudiese seguir arraigada su territorio?... “Debemos plantearnos preguntas difíciles para forzarnos a encontrar respuestas que no son fáciles”, postula Pedro Arellano. “Tenemos que ser realistas encontrando respuestas. Si del realismo sale que ya estamos bien o que estamos en el buen camino, genial. Pero si no es así y nos muestra que falta mucho trabajo por delante, entonces lo que toca es ajustar prioridades y ponerse a trabajar en ello”.

Para enfrentarse a este tipo de dilemas y activar proyectos de cambio y mejora, es necesario conocer bien tanto lo que ocurre dentro como fuera del puerto. El Plan de Sostenibilidad Sectorial del Port de Barcelona pretende afrontar este tipo de dilemas. Los barcos de cruceros, por ejemplo, hoy en día aún mantienen problemáticas relacionadas con las emisiones (en parte debido a que las naves tienen una larga vida útil), si bien los nuevos cruceros han evolucionado mucho respecto a su industria y ya se consiguen emisiones mucho menores. De toda manera, mientras aún existe margen de mejora en sus emisiones, cuando hablamos del tratamiento de aguas que se hace en los cruceros de última generación, nos encontramos con unas prácticas de excelencia que permitirían, incluso, que el agua tratada pudiera volverse a beber. “Muchas otras industrias cuyos vertidos van a ríos o mares podrían tomar buen ejemplo del trabajo y el esfuerzo que ha realizado la industria de cruceros en su tratamiento de aguas”, declara Pedro Arellano.

Abordar la complejidad de un sector como el portuario requiere una mirada amplia, donde poder integrar realidades y expectativas muy diversas, solo así pueden enfrentarse y responderse los retos y dilemas actuales. Hacer todo esto permitirá contar con un puerto sostenible a largo plazo.

Para lograrlo, la comunidad portuaria se planteó desarrollar la iniciativa conjunta mencionada anteriormente: el Plan de Sostenibilidad Sectorial. Hoy en día, llegar a responder a la diversidad de expectativas no solo pasa por contar con las múltiples métricas e informaciones operativas de las que se dispone en una infraestructura crítica como es el puerto, también es necesario analizar y desarrollar otro tipo de iniciativas que históricamente fueron más intangibles.

Actualmente, por ejemplo, podemos saber que, en el Port de Barcelona, más de un 50% de las organizaciones analizadas ya utilizan herramientas que persiguen la excelencia y están comprometidas con la sostenibilidad. Esto supone contar con una amplia base de organizaciones cuya mirada va más allá del beneficio a corto plazo. Si comparamos este porcentaje con el del conjunto de empresas del país, comprobamos que las organizaciones de la comunidad portuaria están bastante por encima de la media en lo que respecta a la integración de estas consideraciones en su quehacer diario.

UN PUERTO DENTRO DE LA TRAMA URBANA

Más allá de métricas económicas y cuestiones medioambientales, los puertos urbanos deben plantearse formas diferentes de relacionarse con la ciudadanía. En este sentido, para Arellano, el Port de Barcelona “trata de eliminar la frontera con la metrópolis y apostar por iniciativas que favorezcan la permeabilidad entre puerto y ciudadanía”, que tejan relaciones entre ambos. Para ello, se necesitan “nuevas formas de colaboración” que abran la comunicación entre la comunidad portuaria y todos los grupos de interés del Port.

Esa comunicación se plantea siempre en ambas direcciones: el puerto debe explicar de forma clara y sencilla tanto lo que allí sucede como los valores a los que responde. Asimismo, la ciudadanía debe percibir el puerto como parte de la ciudad y, por lo tanto, tan suyo como podría ser un parque o una plaza. “Influir de esta forma en la metrópolis implica un 'mapeo' de los grupos de interés, profundizar en sus expectativas y necesidades y, claro, ponerse a trabajar con toda esa información”, cuenta Arellano.

Para ello resulta crucial crear lo que califica como “espacios de relación”, que pueden ser físicos o virtuales, y también temporales o estables, siempre teniendo en cuenta los tres ejes que garantizan la sostenibilidad del puerto: económico, social y medioambiental. Así, el puerto es escenario de eventos culturales, deportivos o de ocio para la ciudadanía (desde las festividades del Año Nuevo chino hasta ser el punto de partida de la cabalgata de los Reyes Magos en la ciudad, por citar un par de ejemplos), y también de ferias comerciales (como el Salón Náutico). Igualmente, encontramos iniciativas en materia medioambiental, que pese a ser intangibles afectan de manera directa a toda la ciudadanía. En este sentido, la transición energética hacia combustibles menos contaminantes, como el GNL, la apuesta por la movilidad eléctrica o las acciones para la conservación del hábitat de especies autóctonas formarían parte de la batería de medidas para minimizar el impacto medioambiental del puerto en la ciudad.

Más allá de métricas económicas y cuestiones medioambientales, los puertos urbanos deben plantearse formas diferentes de relacionarse con la ciudadanía.

El edificio del Portal de la Pau, que había acogido la sede de la Autoridad Portuaria de Barcelona, se transformará en un Centro de Interpretación del puerto [Imagen de Fred Romero]

Iniciativa ‘Esto es un puerto’

El futuro inmediato pasa por formalizar esos espacios de relación en un entorno concreto. Es el objetivo del futuro Centro de Divulgación del Port de Barcelona, que se situará en un edificio histórico e icónico del puerto, el Portal de la Pau, construido a principios del siglo pasado.

Bajo el nombre de Esto es un puerto, el espacio se convertirá en una herramienta para la comunicación, la divulgación y el entretenimiento en torno a la actividad del Port de Barcelona: “Será un espacio de diálogo singular, entre la comunidad portuaria y los grupos de interés. El objetivo es conseguir seguidores, ciudadanos orgullosos de su puerto, y, para ello, resulta crucial compartir su esencia”, explica Arellano. “Este centro es la materialización de esta estrategia que comparten todos los implicados en la actividad del puerto”.